La tendencia contemporánea hacia el pluralismo y el honrar a las propias raíces por sí mismas contienen finalmente, al menos implícitamente, un rechazo de la igualdad cristiana y el universalismo reductivo. También es aceptable compartir con Odo Marquard la creencia de que tal requisito va necesariamente de la mano con la búsqueda de una poli mitología.
La crisis de lo que Gilbert Durand ha llamado el "culto único de un sentido unidimensional de la historia alineado con el viejo hilo de una lógica totalitaria", el colapso de certitudes optimistas conectadas con la idea de "progreso", el estancamiento de las ideologías disruptivas de " contrariedad, "el hundimiento del racionalismo y el positivismo, la aparición de tipos y arquetipos ideales como modalidades de un inconsciente colectivo necesariamente plural (porque siempre consiste en elementos heterogéneos), las obras que siguen multiplicándose en las palabras" imaginal "y" primordial " , "el renacimiento del mito como objeto y modo de entendimiento, el rechazo de los valores cuantitativos, mercantiles y las orientaciones teóricas unívocas, todas estas características de la sociedad conducen a lo abierto, heterogéneo," politeísta "(en el sentido propio de la palabra) , "determinismos" sintéticos, paradójicos, gobernados por una lógica conflictiva que corresponde al estado normal de los sistemas vivientes.
De hecho, con David Levy Miller y James Hillman, toda una escuela moderna de psicología predica el renacimiento del politeísmo como la única espiritualidad que se ajusta al estado de un mundo polifónico, polisémico y multivalente. En un ámbito vecino, un investigador como Gilbert Durand, para quien toda la sociedad es "axiomáticamente politeísta y más o menos cuadrifuncional", aboga por una "ética del pluralismo" (que también sería una ética de "profundidad"). basado en un deseo "que su propia grandeza define como plural, y cuya pluralidad solo puede ser garantizada por el principio jerárquico de la diferencia, mientras que Michel Maffesoli, que también se une a la causa de un" politeísmo de valores "evocado por Max Weber define el paganismo como "aquello mismo que al reconocer la naturaleza politeísta de la realidad, nos enseña a no inclinarnos ante la 'fuerza de la historia' o sus diversos avatares y sustitutos.
La relevancia contemporánea del paganismo no es, por lo tanto, materia de debate.