Relato de los años futuros.
Este escrito nace de la necesidad de dar al mundo un mensaje que lleva clamando años con cantos mudos. Pretendemos ofrecer al mundo una nueva alternativa que no se desprende de la de historia de las alternativas. Debemos convertir la destrucción en creación, la rabia en lucha, el pasado en memoria, el relato en mito, la locura en prudencia, el cambio en permanencia; el presente en futuro.
¿A qué nos enfrentamos?
1.
La sociedad capitalista de bienestar se ha convertido en un paraíso artificial ni deseable ni sostenible. Se han intentado conjugar los tres relatos ilustrados (socialismo, liberalismo y fascismo) para construir una maquinaria racionalista que nos ve como meros engranajes de una máquina que vela por nuestro bienestar en tanto en cuanto podamos producir para consumir. Una máquina antinatural que colapsa no solo en circunstancias materiales, sino morales y espirituales. El imperio de la rentabilidad nos ha subyugado como sus ciudadanos-emprendedores y las relaciones interpersonales se han convertido en apenas un contrato de consentimiento. No hay rastro de lo humano en estas enfermizas ciudades salvo la actividad burocrática y comercial.
2.
Se entiende por relato ilustrado aquel que se rige por las máximas nacidas en el llamado Siglo de las Luces del Siglo XVIII. Comparten la fe en el progreso, el fin de la historia y la exaltación de la razón encarnada en una entelequia con su respectivo sujeto político. Para el liberalismo, ese sujeto político es el individuo y su realización se lleva a cabo, en líneas generales, en el éxito económico. Los esfuerzos morales del liberal están encauzados para clarificar la rentabilidad y las relaciones de acuerdo, pues si prospera la economía en los individuos, a sus ojos, es síntoma de independencia económica, y por tanto, de libertad y autorrealización. Como reacción al liberalismo, tenemos el socialismo, que enfatiza la clase. Su discurso se basa en un conflicto de clases por la apropiación de los medios de producción, pues quien los posee, se aprovecha de la fuerza de trabajo de quienes dependen de las mismas y genera un beneficio económico que no le corresponde. El fin de la historia llegaría con ese fin de luchas asociadas a la clase, y estas desaparezcan
tras un tránsito donde el trabajador recoge los frutos de su trabajo. Al primer y segundo discurso se les sumó el fascismo, que, dependiendo de la circunstancia prioriza y articula un sujeto político diferente (en el caso del fascismo sería el Estado, en el nacionalsocialismo, la raza y en jonsismo, el pueblo español), y concibe a la sociedad como una unidad en un destino nacional orgánico. Así pues, la sociedad fascista establece su fin de la historia consiguiendo la primacía de su nación tutelada por un Estado que lo abarca todo y a todos. (Somos conscientes de que el liberalismo, el socialismo y el fascismo son más complejos de lo que se relata, pues los tres tienen muchas vertientes y procesos independientes que analizan la realidad en su conjunto, pero sería extenderse mucho en estas páginas).
3.
También se gestaron ideologías contrailustradas cuando nació el romanticismo. Había pensadores y población que consideraban que había que mantener la antigua estructura del mundo, y otros, solo mantener un mundo arraigado en libertad, comunidad y verdadera autonomía. En este campo nacieron el tradicionalismo y el anarquismo. Aunque el anarquismo tuvo más logros en su cometido, era imposible no interactuar con un mundo ilustrado y liberalizado por medio de los Estados modernos. Y por ello, se vieron forzados a adaptar, e incluso a mezclar su discurso con los otros tres discursos, emanando un sinfín de ideologías personalizadas, ofrecidas por el sistema que se estaba gestando. Cada vez es más difícil ser antisistema con honradez e integridad.
4.
Así pues este sistema es un conjunto de lo más sofisticado de las tres ideologías ilustradas. El capitalismo se articuló en torno a la filosofía liberal, del socialismo obtuvimos las medidas sociales públicas y del fascismo su eficaz aparato totalitario.
5.
Esto no quiere decir que los Estados modernos sean fascistas, sino que tienen unas herramientas de propaganda, represión y socialización desarrolladas en el siglo XX con objetivos similares al fascismo: integrar en el todo a una población entera. De hecho, la ideología dominante lo hace de una forma aún más siniestra, pues se consigue entender al disidente del sistema como un loco, un insolidario, un soñador utópico o un violador de los derechos humanos, entre otras cosas.
6.
No es de extrañar entonces que los socialistas, los fascistas e incluso los liberales con un foso teórico no apoyen al sistema integralmente, sino parcialmente. El liberal dirá que el Estado tiene demasiado poder, que roba, que miente y que empobrece a la población; pero no verá con malos ojos que se otorguen privilegios económicos a las empresas por parte del Estado, que beneficie a unos pocos; pues entra en sus expectativas. El socialista denunciará el robo de las empresas, el control del aparato productivo en pocas manos, pero no moverá ni un dedo cuando sea el Estado el que regule condiciones igual de pésimas para la población. El fascista señalará lo que él considera traiciones a su patria, aunque aplaudirá la represión policial de manifestaciones. Solo los anarquistas que no se han combinado en tantos ismos, los tradicionalistas y los ideólogos ilustrados comprometidos serán verdaderos opositores conscientes al sistema, el resto se conformará, pero sentirá mucha impotencia y frustración a niveles enfermizos, y por eso, vivimos en una sociedad enferma.
7.
Los tres vicios de cada ideología reinan por doquier en el capitalismo de bienestar. Configuran la visión dominante, a la que hemos llamado transmoderna. Los transmmodernos padecen la alienación del complejo sistema tecnoindustrial, la masificación gregaria de los movimientos sociales y la abnegación particular del Estado totalitario. Los resquicios de individualismo son meros atisbos de ego inmediato, que a su vez está masificado en protestas cada vez más alejadas de la realidad, siendo un despojo vital que nutre una férrea mole desprovista de alma cuando este se acerca a la fuente del problema. No es ninguna estupidez que nos preguntemos por qué estamos buscándonos constantemente o nos encontremos psicológicamente devastados si este es el panorama actual. Esta concepción enferma afecta a ambos espectros políticos del eje liberal. Todos los que vivimos bajo estos parámetros vivimos un mundo transmoderno, un reciclaje conceptual de dos siglos.
8.
Además, el progreso tecnológico, que innegablemente ha traído aspectos positivos, también se ha aplicado para llevar al límite la capacidad productiva de la población, y para controlarla. No se pretende mejorar la calidad de vida de la población, sino su calidad de resistencia para seguir produciendo y consumiendo de forma que la máquina no se
detenga. Lo que ya avisaron algunos pensadores es que una idea de progreso ilimitado colapsa por sí mismo al vivir en un espacio-tiempo limitado con recursos finitos. Sin embargo, hasta la filosofía de la sospecha ha sido absorbida por el sistema transmoderno. Y ya se encargarán de silenciarte con pastillas o desacreditación si osaras hacer lo contrario.
9.
Nuestros sistemas de protesta no tienen un valor efectivo real. Están integradas en el propio sistema: las manifestaciones secundadas por el Gobierno, los partidos antisistema pactando con los partidos favorables a la maquinaria. Pensar en un cambio significativo gradual es la verdadera utopía. Lo honestamente sencillo es la revolución. Pero la revolución no debe ser solo material, sino mental, espiritual y conceptual. Las masas, aunque útiles, son caprichosas y volátiles en los cambios espontáneos. Lo que convierte una crisis coyuntural en crisis estructural no solo son las circunstancias objetivas materiales, sino la voluntad poblacional.
10.
Al contrario de lo que muchos piensen, no pretendemos establecer una diferencia entre élite iluminada y masa. Todos somos susceptibles de convertirnos en masa por muy formados que estemos, pues la psicología colectiva así lo ha demostrado, Por eso enfatizamos tanto en que la población debe ser consciente y adquirir un verdadero cambio de paradigma. De otra forma, el sistema transmoderno se las apañará para transformar la revolución en moderación, y la moderación en integración, por mucha sangre que se haya derramado.
11.
En los movimientos sociales hay un aspecto muy claro de la psicología transmoderna: en apariencia de cambio y protesta, el militante transmoderno lucha por integrarnos en el sistema, especialmente a las minorías y desfavorecidos por los que dice luchar. Pretenden que las mujeres, otras diversidades sexuales y minorías étnicas logren ser empresarios de éxito, altos cargos públicos o grandes intelectuales. Se esfuerzan minuciosamente en la proporcionalidad, en el número y no en la calidad de los particulares. Lo más irónico de todo es que no se esfuerzan honestamente en defender su integridad y libertad, sino en encajarlos bajo parámetros de éxito del sistema. Se esfuerzan con sumo detalle en recalcar
su orientación sexual, su género o su etnia; no su logro o aportación a la sociedad. Ni siquiera respetan que alguien escoja otro camino. Por eso no es una verdadera emancipación, sino una clara socialización y adoctrinamiento de valores transmodernos. Por eso los bisexuales, las mujeres o los negros; por poner un ejemplo, nunca van a tener esa sensación de una integración honesta. Porque, además de lidiar con sus problemas a diario, tienen la sensación de tener que cumplir unas expectativas impuestas por los militantes que dicen ser sus defensores. Una verdadera normalización e integración dejaría de lado que fueras homosexual, mujer o latina. La sociedad te admiraría por tus logros, no por tu opresión a modo de estigma.
12.
Esta es la única explicación que responde a la evidencia de que el feminismo, el colectivo LGTB y el antirracismo cada vez obtengan menos logros y sea cada vez más rechazado. Y en lugar de reflexionar sobre sus tácticas, no solo culpan a la población, tachándola de retrógrada y ultraderechista, sino que emplean sus esfuerzos en abordar problemáticas casi ficticias, que generan un rechazo aún mayor por parte de la población.
13.
Los conservadores también están perdidos. Pretenden apostar por el desarrollo económico y tecnológico dejando intactos los valores morales. ¿No han aprendido de la revolución industrial? Si el mundo en el que vivimos cambia, es inevitable apreciar modificaciones en la moral. Se esfuerzan en preservar unos valores que incluso en su día se fueron prefijando. Puedes apostar por la abstinencia, preferir la vida al aborto, aspirar a una relación monógama consagrada en matrimonio, pero se frustrarán del mismo modo que los izquierdistas al comprobar que no es un modelo de sociedad deseable. El apoyo con el que cuentan actualmente no es fruto del triunfo de su discurso, sino el declive del dominante. El grueso de sus filas se nutre de decepcionados, de cabreados, de desubicados y de nostálgicos. Cuando dejen de ser una opción políticamente incorrecta, el hastío llamará a su puerta y solo les quedará la nostalgia y la honesta militancia.
14.
Lo mismo se aplica al nacionalismo. Dejando de lado naciones sin ningún tipo de fundamento, el nacionalismo moderno peca en exceso de este fallo en concreto: buscan las conclusiones en las pruebas. Es decir, parten con una idea que deben justificar a toda
costa, eliminando o inventado pruebas para dar sentido a su discurso. Lo hacen todas las ideologías, pero el nacionalismo lo practica con tanta evidencia que su método es hasta didáctico. Nos parece legítima la reivindicación de una patria, siempre que esta cuente con fundamentos que sean factibles y demostrables.
15.
No queremos decir con esto que las reivindicaciones patrias sean una estupidez. Hay una diferencia abismal entre proceso nacionalizador y nación ficticia, o hechos manipulados que la justifiquen. El actualismo, la mentira y el palimpsesto son los reyes de las tierras nacionalistas. Ni qué decir tiene que las naciones son además variables, y que la concepción de las fronteras no es monolítica. Observad Yugoslavia, es el claro ejemplo de a lo que nos referimos.
16.
La carencia teleológica de la sociedad transmoderna, es decir, la ausencia de una narrativa que dote de significado y oriente valores morales ha provocado que la población tome dos decisiones conceptuales: o bien que se refugie en los valores pasados y se aísle, buscando una suerte de pureza sociocultural en torno a su nación, o que se destruyan todos los valores, dando pie a una constante sensación de vértigo vital, especialmente si se vive en Europa. El auto-odio tiene un pulso con la egolatría en Europa, y el sudor derramado nos envenena de un insano orgullo.
17.
Los capitalistas explícitos en cambio deben vivir en otro planeta. Cuando les muestras los problemas de su sistema se refugian en tres posibles cartas: En un primer lugar encontramos en su baraja la sota del mal menor, su sistema, habiendo generado tanto calidad de vida como riqueza, es la mejor opción productiva al resto de sistemas. Es además las que más derechos respeta y más libertades ofrece, y por supuesto, la más realista. Si son tan realistas y pragmáticos, ¿por qué no ven en las crisis cíclicas, que ellos mismos reconocen como naturales dentro su modelo económico, la dificultad cada vez mayor de superarlas? ¿No ven que están cerca del colapso humano y material? ¿Hasta cuándo creen que será viable la regulación del mercado como árbitro del éxito? La segunda carta, el caballo del miedo parece más persuasiva. El resto de sistemas, a sus
ojos, han asesinado millones de personas y coaccionan a sus ciudadanos en represión y miedo. ¿Son las ideologías las que incitan a matar o son las personas las que lo hacen? ¿Mató el comunismo en Rusia o fueron los rusos? ¿Somos tan ingenuos de ver la historia con ojos presentes? ¿Acaso el capitalismo no ha matado? Recordemos que existen las revoluciones liberales, no existía el comunismo en el Siglo XVIII. Tampoco estuvo presente el socialismo o el fascismo en las colonizaciones imperialistas. Todos estamos manchados de sangre, y realmente nos gustaría ver un ejemplo de revolución que no se haya cobrado ni una vida. Es fácil condenar indiscriminadamente la violencia, sin contexto como si estuviéramos en catecismo, pero la realidad es bien distinta. Si tan pragmáticos dicen ser ¿cómo no pueden verlo? Nuestra carta favorita es el rey del pragmatismo precisamente. Confían en una suerte de darwinismo social despiadado donde todo vale para amasar fortuna, velando por el microverso de cada propietario. Además, especialmente los anarcocapitalistas, creen que pueden elegir al jefe que quieran, el trabajo que quieran y vivir donde quieran. La realidad es bien distinta, pues el propio entorno coacciona la mayoría de las decisiones, si el sistema no ha colapsado antes de que se implemente el anarcocapitalismo. Este sistema no es otra cosa que un feudalismo racionalista y flexible.
18.
No hay movimiento ecológico o animalista con los pies en la tierra. La mayoría son urbanitas acomodados (aunque haya veganos honestos y comprometidos, que son una minoría). Su preocupación está alejada de la realidad, a pesar de que tengan motivos para estar preocupados. Preferimos destruir la naturaleza antes de entenderla. Levantamos una presa antes de entender todo el provecho del río para nuestro beneficio. La tecnología ha sido minuciosamente desarrollada, pero nuestra comprensión de la naturaleza es bastante deficitaria. Cuando colapsemos, tendremos la opción de convivir con la naturaleza o destruirla nuevamente. ¿Qué escogeremos?
¿Qué se puede perseguir?
19.
Vistas las circunstancias que nos rodean en nuestros tiempos, hacen falta nuevos paradigmas, un nuevo relato para los tiempos futuros. Configurar una ideología práctica contrailustrada, dotada de consistencia teórica que desafíe al sistema transmoderno y de respuestas claras y deseables cuando este colapse de manera inevitable si no hemos
llegado nosotros antes para instaurarlo. A ese sistema lo hemos llamado sinarquía. Es una transliteración de un concepto desarrollado por un clérigo británico tomada del griego (συναρχία) que literalmente significa “con gobierno”.
20.
Partimos de los principios de autonomía y potestad: tanto la libertad como el poder son deseables, y no hay nada condenable en esta afirmación. Sólo la autonomía y la potestad es posible en una sociedad cohesionada y jerarquizada que diferencia bien en la dimensión particular y en la universal de la sociedad y los individuos. No priorizamos ni al colectivo ni al individuo. Cada individuo es libre y responsable y cada comunidad solidaria y dinámica, pues un individuo puede desarrollarse sin dificultades en una comunidad sana y a su vez aportar beneficios a la sociedad, habiendo un desarrollo sano mutuo entre lo particular y lo universal.
21.
No existe la división jurídica de poderes, sino la división funcional del poder. Es decir, no concebimos la existencia del poder judicial o el poder ejecutivo, sino reconocemos la función judicial y ejecutivo del poder. Por tanto, no deseamos una independencia de poderes, sino la autonomía de las funciones del poder.
22.
La estructura jerárquica que defendemos es bilateral y bidimensional. Hay una reciprocidad de abajo arriba y viceversa, contando con estructuras verticales y horizontales en tres niveles: asambleario, burocrático y estático. De esta forma contamos con cuatro consejos autónomos que interactúan entre sí con total autonomía bajo la regencia de un príncipe republicano, que los coordina.
23.
No existen los partidos políticos, cada particular se representa a sí mismo en una asamblea, concejo en nuestra particularidad, bien sea municipal o urbano. Los concejos van articulando a su vez mediante elección indirecta a representantes que articulan los concejos generales y superiores, pues hay decisiones que tienen criterio directo y otras que no. De esta forma cada particular no sólo tiene posibilidad de voz y voto, sino que puede escalar en la estructura jerárquica de forma libre e independiente. Con este método también se logra que la elección de la jerarquía gestora dependa de la jerarquía
asamblearia. En cambio, la jerarquía media, como es el ejemplo de los cinco ministerios, los diputados provinciales o el aparato burocrático; dependen del poder central, así se evita la unilateralidad de arriba y el secesionismo de abajo.
24.
Los representantes de los concejos superiores articulan Las Cortes (El Consejo) y a sus senadores. Las Cortes eligen al príncipe, que coordina los cuatro consejos y además es el jefe del ejército y comparte la función ejecutiva del poder. Pero sus decisiones deben estar secundadas por la voluntad popular. Algunas las aprobará el senado, otras los concejos y así sucesivamente. Si se diera una tiranía, el ejército tiene la obligación de ni obedecer ni defender al príncipe. La moción de tiranía debe estar respaldada por el 75% de la población para demostrar que hay en efecto una tiranía y un descontento general por parte de la población. Durante el periodo electoral y los congresos, el ejército es controlado por una oligarquía militar que se sucede cada mes por sorteo entre los altos mandos militares. Así se articularía el Congreso.
25.
La Academia gestiona todo el nivel educativo del país. Los rectores de universidades e instituciones culturales forman el consejo equiparable a los otros tres. Para que esto sea posible, debe haber una verdadera coordinación, centralización e independencia a nivel educativo. Los rectores no deben quedar como conceptos para los estudiantes y deben demostrar una verdadera conciencia de los problemas y recursos de la educación. Se trata de una institución centralizada e independiente que coordina todo el modelo educativo estatal.
26.
Los sindicatos se autogestionan sin dinero público ni privado, sino con la propia contribución del afiliado. No obstante tienen un poder significativo en el consejo de la Bolsa, compartiendo la autoridad con los empresarios, que no tienen organizaciones empresariales, sino consorcios y acuerdos. El mercado es su forma de escalar y principio regio. La Bolsa debe servir a los intereses de esta República aunque se permita la propiedad privada de los medios de producción a pequeña escala, y de otros sectores a gran escala.
27.
El Tribunal se articula por la policía y jueces, siendo sus autoridades los jefes de los cuerpos armados y policiales al margen del ejército, y los jueces electos en votaciones llevadas a cabo por los jueces titulados. La junción judicial está articulada a nivel provincia, comarcal y nacional, existiendo también el Tribunal Supremo.
28.
Hay un equilibrio armónico entre la voluntad y la circunstancia. Así lo creemos y así lo observamos en la realidad, habiendo un binomio forma-contenido. Da igual lo mucho que los marxistas influyan en las circunstancias histórico-materiales si carecen de la voluntad de la población para colaborar con ellos. Al fin y al cabo, para provocar ese cambio, se tiene que desear ese cambio, por evidentes y favorables que sean esas condiciones para el cambio. Por esto, enfatizamos tanto el contexto de nuestras acciones como la persuasión de nuestras convicciones.
29.
Somos una ideología historicista. La historia es autónoma en su construcción, siendo la economía, la voluntad humana, la ideología, la cultura, la tradición o el desarrollo elementos de la prolongación de un mismo mapa. Además, defendemos fervientemente una postura holista, tratamos de abarcar todos los elementos pasados y presentes posibles para comprender nuestra realidad.
30.
También defendemos un rescate de concepciones pasadas cuando estas son rescatables. Esta afirmación no nos convierte en reaccionarios o tradicionalistas, pues simplemente creemos que si en el pasado ha habido concepciones mejores, estas deben ser aprovechadas en nuestro presente. Un ejemplo claro de esta tendencia la encontramos en la obra paideia de Werner Wilhem Jaeger, en donde se intentaban recuperar elementos positivos y aprovechables de la educación clásica griega. Por este motivo no es de extrañar que defendamos el concepto republicano de principado en nuestros días, siendo el término mucho más antiguo que el que tiene actualmente. Esto no quiere decir que adoptemos el término histórico tal cual en el pasado se entendía, sino que adaptamos lo que pensamos que la historia trata de decirnos.
31.
El sujeto protagonista del liberalismo fue el individuo, el del socialismo fue la clase y el del fascismo la nación. Nuestro sujeto es la civilización. Las civilizaciones han de ser elevadas a categorías protagonistas, pues en estas se incluyen todos los elementos que la humanidad constituye. No hay civilización superior a otra, sino diferente, y las interacciones entre las mismas deben ser dinámicas, ni monolíticas por una civilización purista, ni líquidas por una ley de comercio. Los intercambios culturales, los procesos de aculturación y los nacimientos y caídas culturales lo marcan las relaciones de todo tipo entre civilizaciones, no las decisiones individuales de oferta-demanda.
32.
Entendemos por civilización áreas geográficas intercontinentales con referencias históricas saludables comunes. De esta manera, cada civilización se articula en torno a un bloque cultural que interactúa sobre el resto. El bloque cultural favorable al desarrollo de la Sinarquía la denominamos Ecúmene. Ecúmene existe geográficamente en Europa, Asia Menor, el Norte de África y algunas zonas de Oriente Próximo y Asia central. El aislarse o comerciar con otros bloques culturales, unificarse como realidad política u organizarse como pequeñas comunidades es decisión de cada bloque cultural. Defendemos estos bloques culturales porque desarrollarse de otro modo en un mundo globalizado sería perecer.
33.
La Sinarquía sólo puede ser asimilable y deseable en el contexto indoeuropeo por la familiaridad conceptual histórica que sus conceptos tiene para la población. Esto no quiere decir que la democracia, república o monarquía (o la concordia ordinum moderna que nosotros defendemos) sea ajena a otros bloques culturales, sino que cada bloque cultural tiene su propia concepción de gobiernos asamblearios, republicanos o monárquicos.
34.
Nosotros defendemos la existencia de una comunidad política cohesionada; en este caso una República, aunque no sea la moderna por una mera observación de la realidad. Las unidades sociales conforme se expanden tienden a articularse en entidades políticas más complejas, de forma que no es incompatible estar en contra del Estado moderno y abogar por una articulación republicana e imperial (como se articula dicho sistema). Por otra parte, los anarquistas tienen razón en la necesidad de defender una verdadera autonomía e independencia de la población. Pero en absoluto la sed de poder y la autonomía son incompatibles, y el acierto reside en conjugarlos, y en garantizar una verdadera flexibilidad jerárquica que no sea dictada por el dinero en su totalidad. Si fuera así, como nuestra sociedad funciona, el desarraigo sería tan terrible, que no es de extrañar que el fármaco más demandado sea el antidepresivo.
35.
Diferenciamos entre potestad y autoridad. La potestad es el poder de facto que cada particular ejerce, mientras que la autoridad es el cargo institucional o el reconocimiento social. Nosotros pretendemos que potestad y autoridad vuelvan a estar ligados, pues en nuestra sociedad hay autoridades sin potestad y poderosos sin autoridad. De este modo, nosotros no defendemos una sociedad de clases donde impera la búsqueda del dinero, sino una sociedad de órdenes, donde gobierna la persecución de la excelencia.
36.
Los sinarquistas defendemos la existencia de la naturaleza humana: somos entes contextualizados biopsicosciales dotados de libertad con una dimensión racional, otra social y una última simbólica. No somos ni benévolos ni malvados por naturaleza, sino abiertos y peligrosos, ya que nuestras acciones así lo determinan, de múltiples opciones para construirnos en nuestro entorno. Nuestras acciones no son buenas o malas, sino positivas o negativas evaluables, de modo que es el contexto de las acciones las que determinan su bondad o malicia. Tenemos además dos tendencias marcadas por el anhelo de conocer: Por un lado perseguimos una idea del bien, y por otra tratamos de encontrar la manera de transgredirlo. Es decir, sentimos satisfacción y pesar tanto en el
cumplimiento del bien como en la seducción del mal. Transgresión y Cumplimiento están presentes en nuestros deseos trascendentales.
¿Cómo se logra la Sinarquía?
37.
El primer paso que debemos lograr es la consciencia. La población no solo debe tener conciencia de sus problemas, sino consciencia de la situación presente. Debemos no sólo ser conscientes de la alienación, sino de la masificación y de la abnegación. Para ello los sinarquistas buscamos primero una minoría comprometida y verdaderamente convencida de implantar la Sinarquía. Con esa minoría (que nos da igual su oficio o condición, sino su determinación y argumentación) lograremos atraer a las masas. Como hemos dicho antes, seas profesor, médico, obrero u hostelero no te salva de convertirte en gregaria mole, la masificación no perdona ninguna dedicación. La masa busca solidez, o al menos, apariencia de la misma. Si nuestro discurso es sólido y razonable, las masas confiarán en nosotros a última distancia, porque verán integridad.
38.
Una de las razones por las que defendemos la poligamia bilateral es por la necesidad de procrear. Ya no necesitamos una familia patriarcal, lo que necesitamos son hijos en abundancia, pues nuestra población está envejecida. Respetamos la opción de no querer procrear, así como alentamos a la concepción de nuevas vidas, ya que las epidemias y posibles guerras y crisis que nuestro insostenible sistema no puede contener, matarán a muchos de nosotros. Gran parte de los valores se adquieren en la educación. La concepción de hijos da muchas probabilidades de generar sinarquistas, a menos que ellos opten no serlo.
39.
La colaboración con el sistema debe ser posibilista. Solo debemos colaborar en acciones políticas con él mientras mejore la calidad de vida (tanto psicológica como física) de la población. En contrapartida, debemos articular asambleas alternativas y juntas a los
parlamentos constitucionales como contrapeso de su poder, de forma que podamos obtener el poder antes del colapso o después del mismo.
40.
Debemos apostar, una vez lleguemos al poder en cualquiera de las naciones existentes, por la unidad política de Ecúmene, o de gran parte de la misma. De no ser así, en un mundo globalizado estamos perdidos.
41.
Además, debemos articular nuestra propia concepción estética para abrirnos hueco en la lucha por la hegemonía cultural. Mediante la estética se logra una solidez a primer nivel, siendo un referente sólido en tantos fosos vacíos. El capitalismo nos hará el trabajo expansivo.
42.
No debemos dudar en emplear la violencia si esta fuese necesaria, pues como hemos argumentado, la violencia en sí no es perversa, sino su sádico uso descontextualizado y desproporcionado. A nuestra militancia debemos instruirla en una educación tanto marcial como intelectual. Así sabrán defenderse en argumentos y en altercados.
43.
Además, debemos abogar por la aceleración del Colapso. Confiar en la Anarquía para instaurar la Sinarquía, pues seremos los únicos preparados para reconstruir el colapso del liberalismo.
De este modo, el mundo cuenta, en breves pinceladas, un nuevo relato de suficiente solidez como para tener motivos por los que luchar. Consta de un sistema ético, político e ideológico abierto a ser criticado, desarrollado y aplicado. No creemos que sea la solución, sino una posible solución, y dese luego, lo que la mayoría de la población necesita.