La constitución descriptiva del régimen moderno. Mencius Moldbug. Curtis Yarvin

 La constitución descriptiva del régimen moderno

Es una oligarquía clerical en el caparazón de una república.

13 de septiembre. Curtis Yarvin. Mencius Moldbug 


Los estadounidenses están acostumbrados a una constitución que es una Constitución: la mitad de un documento sagrado en una caja de cristal sagrada, la mitad de un sistema operativo que se actualiza automáticamente o un contrato blockchain. 

Este sueño del siglo XVIII de una definición soberana autoaplicable, “el imperio de la ley, no el imperio de los hombres”, anticipa extrañamente los conceptos de las ciencias de la computación de un cuarto de milenio después.


Nuestra Constitución es muy importante. Pero aquí hay algo extraño: Gran Bretaña no tiene una. Sin embargo, cuando vas a Gran Bretaña, te das cuenta de que la práctica y el principio de gobierno allí parecen muy similares a los de aquí; últimamente, nuestros ingeniosos primos incluso han creado una "Corte Suprema", pero sin nada parecido a una Constitución.


De hecho, John Bull se sentará allí y le dirá, con una cara perfectamente seria, que Gran Bretaña tiene una "constitución no escrita". ¿Que es esto? ¿Un poema? ¿Un ejercicio chomskiano? ¿Bull, despojado durante mucho tiempo del comercio con China, ha estado fumando su propio opio imperial? Quizás sea un futurista. A continuación te ofrecerá un vaso de agua seca y unos espaguetis eléctricos.


Anulando la constitución


De hecho, Major Bull es realista. Entiende la ciencia política mejor que usted, hermano Jonathan. Lo que Bull quiere decir con una "constitución no escrita" es lo que Walter Bagehot (digamos "inscríbete") quiso decir hace 150 años: una descripción concreta de la práctica habitual del poder real en el país. No es lo que debería ser; exactamente lo que es.


Como observó Bagehot, junto con Aristóteles, Maquiavelo, Schmitt, Burnham y las mejores personas intermedias, las constituciones se desvían. El poder formal y real divergen.


Esto hace que el poder real sea más difícil de ver. Al poder no le gusta que lo miren. El poder puede estar bastante satisfecho con la deriva constitucional. Pero, desde la distancia, parece siniestro. ¿Podemos prevenir por completo la deriva constitucional? Tal vez podríamos escribir la constitución, idealmente en algún tipo de material duradero, como pergamino. O incluso granito.


Estados Unidos no fue el primer país en inscribir su ley básica, ya sea en piedra o en Ethereum, no hay mucha diferencia. Incluso si solo se memoriza en los cantos secretos de los ancianos de la tribu, suele haber una constitución prescriptiva ritualmente correcta.


Cuando se obedece esta constitución, el poder práctico y el oficial coinciden. El poder se puede mirar. Cualquiera que lo mire verá cómo funcionan las cosas. Es una idea genial.


Pero cuando la forma real del poder real no puede derivarse de esta inscripción ritual, un régimen en realidad tiene dos constituciones: una constitución prescriptiva, que es ritualmente válida; y una constitución descriptiva, que es cómo funciona realmente el poder. Nada más que los seres humanos pueden obligar a otros seres humanos a obedecer a la piedra, o al Ethereum.


Un simple caso de deriva constitucional crea dos gobiernos separados, uno ceremonial y otro operativo. Bagehot los llamó “dignos” (Reina Victoria) y “eficientes” (Parlamento, Gabinete y Whitehall). Hoy nuestras instituciones dignas son indignas y nuestras instituciones eficientes son ineficientes; las etiquetas de Bagehot se interpretarían como una sátira.


Aristóteles habló un poco más. Mi cursiva:


“En muchos estados, la constitución establecida por ley, aunque no es democrática, debido a la educación y los hábitos de la gente, puede administrarse democráticamente y, a la inversa, en otros estados la constitución establecida puede inclinarse hacia la democracia, pero puede administrarse con un espíritu oligárquico. .”


Esto ocurre con mayor frecuencia después de una revolución: porque los gobiernos no cambian de una vez; al principio, el partido dominante se contenta con invadir un poco a sus oponentes. Las leyes que existían anteriormente continúan vigentes, pero los autores de la revolución tienen el poder en sus manos.


“Las leyes que existían anteriormente” son la constitución prescriptiva, que se ha convertido en el régimen “digno” o ceremonial. “Los autores de la revolución” son la constitución descriptiva, que se ha convertido en el régimen “eficiente” u operativo.


En un mundo sencillo y bueno, la deriva constitucional crearía una fuerza compensadora de buenos ciudadanos que quieren que la descripción coincida con la prescripción. En un mundo más complejo, otros quieren que la receta coincida con la descripción. Lamentablemente, incluso más personas prefieren fingir que la descripción coincide con la receta.


Big John Bull, con su "constitución no escrita", corta este nudo gordiano. Si el Reino Unido posterior a 1688 tiene alguna constitución prescriptiva, es: "El Parlamento puede hacer lo que sea". La constitución no escrita es lo que el Parlamento quiere hacer en este momento. Dado que toda constitución escrita es, o debe convertirse, en un fraude, es mejor no tener ninguna, dice Bull.


Por supuesto, todo el mundo quiere ver la constitución no escrita por escrito. Bagehot hizo precisamente esto. Aún no se había hecho. Vendió muchos libros. Teniendo en cuenta el curso de Britannia desde Bagehot, quizás sea mejor dejarlo sin hacer.


En cualquier caso, las constituciones derivadas derivan. Todo lo que se escribió hoy estará desactualizado mañana. Bagehot no reconocería la constitución descriptiva de Gran Bretaña hoy. (Bagehot debería mantenerse alejado de cuchillos y ventanas altas).

Relato de los años futuros - Enrique Fernández López

 Relato de los años futuros.

Este escrito nace de la necesidad de dar al mundo un mensaje que lleva clamando años con cantos mudos. Pretendemos ofrecer al mundo una nueva alternativa que no se desprende de la de historia de las alternativas. Debemos convertir la destrucción en creación, la rabia en lucha, el pasado en memoria, el relato en mito, la locura en prudencia, el cambio en permanencia; el presente en futuro.

¿A qué nos enfrentamos?

1.

La sociedad capitalista de bienestar se ha convertido en un paraíso artificial ni deseable ni sostenible. Se han intentado conjugar los tres relatos ilustrados (socialismo, liberalismo y fascismo) para construir una maquinaria racionalista que nos ve como meros engranajes de una máquina que vela por nuestro bienestar en tanto en cuanto podamos producir para consumir. Una máquina antinatural que colapsa no solo en circunstancias materiales, sino morales y espirituales. El imperio de la rentabilidad nos ha subyugado como sus ciudadanos-emprendedores y las relaciones interpersonales se han convertido en apenas un contrato de consentimiento. No hay rastro de lo humano en estas enfermizas ciudades salvo la actividad burocrática y comercial.

2.

Se entiende por relato ilustrado aquel que se rige por las máximas nacidas en el llamado Siglo de las Luces del Siglo XVIII. Comparten la fe en el progreso, el fin de la historia y la exaltación de la razón encarnada en una entelequia con su respectivo sujeto político. Para el liberalismo, ese sujeto político es el individuo y su realización se lleva a cabo, en líneas generales, en el éxito económico. Los esfuerzos morales del liberal están encauzados para clarificar la rentabilidad y las relaciones de acuerdo, pues si prospera la economía en los individuos, a sus ojos, es síntoma de independencia económica, y por tanto, de libertad y autorrealización. Como reacción al liberalismo, tenemos el socialismo, que enfatiza la clase. Su discurso se basa en un conflicto de clases por la apropiación de los medios de producción, pues quien los posee, se aprovecha de la fuerza de trabajo de quienes dependen de las mismas y genera un beneficio económico que no le corresponde. El fin de la historia llegaría con ese fin de luchas asociadas a la clase, y estas desaparezcan


tras un tránsito donde el trabajador recoge los frutos de su trabajo. Al primer y segundo discurso se les sumó el fascismo, que, dependiendo de la circunstancia prioriza y articula un sujeto político diferente (en el caso del fascismo sería el Estado, en el nacionalsocialismo, la raza y en jonsismo, el pueblo español), y concibe a la sociedad como una unidad en un destino nacional orgánico. Así pues, la sociedad fascista establece su fin de la historia consiguiendo la primacía de su nación tutelada por un Estado que lo abarca todo y a todos. (Somos conscientes de que el liberalismo, el socialismo y el fascismo son más complejos de lo que se relata, pues los tres tienen muchas vertientes y procesos independientes que analizan la realidad en su conjunto, pero sería extenderse mucho en estas páginas).

3.

También se gestaron ideologías contrailustradas cuando nació el romanticismo. Había pensadores y población que consideraban que había que mantener la antigua estructura del mundo, y otros, solo mantener un mundo arraigado en libertad, comunidad y verdadera autonomía. En este campo nacieron el tradicionalismo y el anarquismo. Aunque el anarquismo tuvo más logros en su cometido, era imposible no interactuar con un mundo ilustrado y liberalizado por medio de los Estados modernos. Y por ello, se vieron forzados a adaptar, e incluso a mezclar su discurso con los otros tres discursos, emanando un sinfín de ideologías personalizadas, ofrecidas por el sistema que se estaba gestando. Cada vez es más difícil ser antisistema con honradez e integridad.

4.

Así pues este sistema es un conjunto de lo más sofisticado de las tres ideologías ilustradas. El capitalismo se articuló en torno a la filosofía liberal, del socialismo obtuvimos las medidas sociales públicas y del fascismo su eficaz aparato totalitario.

5.

Esto no quiere decir que los Estados modernos sean fascistas, sino que tienen unas herramientas de propaganda, represión y socialización desarrolladas en el siglo XX con objetivos similares al fascismo: integrar en el todo a una población entera. De hecho, la ideología dominante lo hace de una forma aún más siniestra, pues se consigue entender al disidente del sistema como un loco, un insolidario, un soñador utópico o un violador de los derechos humanos, entre otras cosas.


6.

No es de extrañar entonces que los socialistas, los fascistas e incluso los liberales con un foso teórico no apoyen al sistema integralmente, sino parcialmente. El liberal dirá que el Estado tiene demasiado poder, que roba, que miente y que empobrece a la población; pero no verá con malos ojos que se otorguen privilegios económicos a las empresas por parte del Estado, que beneficie a unos pocos; pues entra en sus expectativas. El socialista denunciará el robo de las empresas, el control del aparato productivo en pocas manos, pero no moverá ni un dedo cuando sea el Estado el que regule condiciones igual de pésimas para la población. El fascista señalará lo que él considera traiciones a su patria, aunque aplaudirá la represión policial de manifestaciones. Solo los anarquistas que no se han combinado en tantos ismos, los tradicionalistas y los ideólogos ilustrados comprometidos serán verdaderos opositores conscientes al sistema, el resto se conformará, pero sentirá mucha impotencia y frustración a niveles enfermizos, y por eso, vivimos en una sociedad enferma.

7.

Los tres vicios de cada ideología reinan por doquier en el capitalismo de bienestar. Configuran la visión dominante, a la que hemos llamado transmoderna. Los transmmodernos padecen la alienación del complejo sistema tecnoindustrial, la masificación gregaria de los movimientos sociales y la abnegación particular del Estado totalitario. Los resquicios de individualismo son meros atisbos de ego inmediato, que a su vez está masificado en protestas cada vez más alejadas de la realidad, siendo un despojo vital que nutre una férrea mole desprovista de alma cuando este se acerca a la fuente del problema. No es ninguna estupidez que nos preguntemos por qué estamos buscándonos constantemente o nos encontremos psicológicamente devastados si este es el panorama actual. Esta concepción enferma afecta a ambos espectros políticos del eje liberal. Todos los que vivimos bajo estos parámetros vivimos un mundo transmoderno, un reciclaje conceptual de dos siglos.

8.

Además, el progreso tecnológico, que innegablemente ha traído aspectos positivos, también se ha aplicado para llevar al límite la capacidad productiva de la población, y para controlarla. No se pretende mejorar la calidad de vida de la población, sino su calidad de resistencia para seguir produciendo y consumiendo de forma que la máquina no se


detenga. Lo que ya avisaron algunos pensadores es que una idea de progreso ilimitado colapsa por sí mismo al vivir en un espacio-tiempo limitado con recursos finitos. Sin embargo, hasta la filosofía de la sospecha ha sido absorbida por el sistema transmoderno. Y ya se encargarán de silenciarte con pastillas o desacreditación si osaras hacer lo contrario.

9.

Nuestros sistemas de protesta no tienen un valor efectivo real. Están integradas en el propio sistema: las manifestaciones secundadas por el Gobierno, los partidos antisistema pactando con los partidos favorables a la maquinaria. Pensar en un cambio significativo gradual es la verdadera utopía. Lo honestamente sencillo es la revolución. Pero la revolución no debe ser solo material, sino mental, espiritual y conceptual. Las masas, aunque útiles, son caprichosas y volátiles en los cambios espontáneos. Lo que convierte una crisis coyuntural en crisis estructural no solo son las circunstancias objetivas materiales, sino la voluntad poblacional.

10.

Al contrario de lo que muchos piensen, no pretendemos establecer una diferencia entre élite iluminada y masa. Todos somos susceptibles de convertirnos en masa por muy formados que estemos, pues la psicología colectiva así lo ha demostrado, Por eso enfatizamos tanto en que la población debe ser consciente y adquirir un verdadero cambio de paradigma. De otra forma, el sistema transmoderno se las apañará para transformar la revolución en moderación, y la moderación en integración, por mucha sangre que se haya derramado.

11.

En los movimientos sociales hay un aspecto muy claro de la psicología transmoderna: en apariencia de cambio y protesta, el militante transmoderno lucha por integrarnos en el sistema, especialmente a las minorías y desfavorecidos por los que dice luchar. Pretenden que las mujeres, otras diversidades sexuales y minorías étnicas logren ser empresarios de éxito, altos cargos públicos o grandes intelectuales. Se esfuerzan minuciosamente en la proporcionalidad, en el número y no en la calidad de los particulares. Lo más irónico de todo es que no se esfuerzan honestamente en defender su integridad y libertad, sino en encajarlos bajo parámetros de éxito del sistema. Se esfuerzan con sumo detalle en recalcar


su orientación sexual, su género o su etnia; no su logro o aportación a la sociedad. Ni siquiera respetan que alguien escoja otro camino. Por eso no es una verdadera emancipación, sino una clara socialización y adoctrinamiento de valores transmodernos. Por eso los bisexuales, las mujeres o los negros; por poner un ejemplo, nunca van a tener esa sensación de una integración honesta. Porque, además de lidiar con sus problemas a diario, tienen la sensación de tener que cumplir unas expectativas impuestas por los militantes que dicen ser sus defensores. Una verdadera normalización e integración dejaría de lado que fueras homosexual, mujer o latina. La sociedad te admiraría por tus logros, no por tu opresión a modo de estigma.

12.

Esta es la única explicación que responde a la evidencia de que el feminismo, el colectivo LGTB y el antirracismo cada vez obtengan menos logros y sea cada vez más rechazado. Y en lugar de reflexionar sobre sus tácticas, no solo culpan a la población, tachándola de retrógrada y ultraderechista, sino que emplean sus esfuerzos en abordar problemáticas casi ficticias, que generan un rechazo aún mayor por parte de la población.

13.

Los conservadores también están perdidos. Pretenden apostar por el desarrollo económico y tecnológico dejando intactos los valores morales. ¿No han aprendido de la revolución industrial? Si el mundo en el que vivimos cambia, es inevitable apreciar modificaciones en la moral. Se esfuerzan en preservar unos valores que incluso en su día se fueron prefijando. Puedes apostar por la abstinencia, preferir la vida al aborto, aspirar a una relación monógama consagrada en matrimonio, pero se frustrarán del mismo modo que los izquierdistas al comprobar que no es un modelo de sociedad deseable. El apoyo con el que cuentan actualmente no es fruto del triunfo de su discurso, sino el declive del dominante. El grueso de sus filas se nutre de decepcionados, de cabreados, de desubicados y de nostálgicos. Cuando dejen de ser una opción políticamente incorrecta, el hastío llamará a su puerta y solo les quedará la nostalgia y la honesta militancia.

14.

Lo mismo se aplica al nacionalismo. Dejando de lado naciones sin ningún tipo de fundamento, el nacionalismo moderno peca en exceso de este fallo en concreto: buscan las conclusiones en las pruebas. Es decir, parten con una idea que deben justificar a toda


costa, eliminando o inventado pruebas para dar sentido a su discurso. Lo hacen todas las ideologías, pero el nacionalismo lo practica con tanta evidencia que su método es hasta didáctico. Nos parece legítima la reivindicación de una patria, siempre que esta cuente con fundamentos que sean factibles y demostrables.

15.

No queremos decir con esto que las reivindicaciones patrias sean una estupidez. Hay una diferencia abismal entre proceso nacionalizador y nación ficticia, o hechos manipulados que la justifiquen. El actualismo, la mentira y el palimpsesto son los reyes de las tierras nacionalistas. Ni qué decir tiene que las naciones son además variables, y que la concepción de las fronteras no es monolítica. Observad Yugoslavia, es el claro ejemplo de a lo que nos referimos.

16.

La carencia teleológica de la sociedad transmoderna, es decir, la ausencia de una narrativa que dote de significado y oriente valores morales ha provocado que la población tome dos decisiones conceptuales: o bien que se refugie en los valores pasados y se aísle, buscando una suerte de pureza sociocultural en torno a su nación, o que se destruyan todos los valores, dando pie a una constante sensación de vértigo vital, especialmente si se vive en Europa. El auto-odio tiene un pulso con la egolatría en Europa, y el sudor derramado nos envenena de un insano orgullo.

17.

Los capitalistas explícitos en cambio deben vivir en otro planeta. Cuando les muestras los problemas de su sistema se refugian en tres posibles cartas: En un primer lugar encontramos en su baraja la sota del mal menor, su sistema, habiendo generado tanto calidad de vida como riqueza, es la mejor opción productiva al resto de sistemas. Es además las que más derechos respeta y más libertades ofrece, y por supuesto, la más realista. Si son tan realistas y pragmáticos, ¿por qué no ven en las crisis cíclicas, que ellos mismos reconocen como naturales dentro su modelo económico, la dificultad cada vez mayor de superarlas? ¿No ven que están cerca del colapso humano y material? ¿Hasta cuándo creen que será viable la regulación del mercado como árbitro del éxito? La segunda carta, el caballo del miedo parece más persuasiva. El resto de sistemas, a sus


ojos, han asesinado millones de personas y coaccionan a sus ciudadanos en represión y miedo. ¿Son las ideologías las que incitan a matar o son las personas las que lo hacen? ¿Mató el comunismo en Rusia o fueron los rusos? ¿Somos tan ingenuos de ver la historia con ojos presentes? ¿Acaso el capitalismo no ha matado? Recordemos que existen las revoluciones liberales, no existía el comunismo en el Siglo XVIII. Tampoco estuvo presente el socialismo o el fascismo en las colonizaciones imperialistas. Todos estamos manchados de sangre, y realmente nos gustaría ver un ejemplo de revolución que no se haya cobrado ni una vida. Es fácil condenar indiscriminadamente la violencia, sin contexto como si estuviéramos en catecismo, pero la realidad es bien distinta. Si tan pragmáticos dicen ser ¿cómo no pueden verlo? Nuestra carta favorita es el rey del pragmatismo precisamente. Confían en una suerte de darwinismo social despiadado donde todo vale para amasar fortuna, velando por el microverso de cada propietario. Además, especialmente los anarcocapitalistas, creen que pueden elegir al jefe que quieran, el trabajo que quieran y vivir donde quieran. La realidad es bien distinta, pues el propio entorno coacciona la mayoría de las decisiones, si el sistema no ha colapsado antes de que se implemente el anarcocapitalismo. Este sistema no es otra cosa que un feudalismo racionalista y flexible.

18.

No hay movimiento ecológico o animalista con los pies en la tierra. La mayoría son urbanitas acomodados (aunque haya veganos honestos y comprometidos, que son una minoría). Su preocupación está alejada de la realidad, a pesar de que tengan motivos para estar preocupados. Preferimos destruir la naturaleza antes de entenderla. Levantamos una presa antes de entender todo el provecho del río para nuestro beneficio. La tecnología ha sido minuciosamente desarrollada, pero nuestra comprensión de la naturaleza es bastante deficitaria. Cuando colapsemos, tendremos la opción de convivir con la naturaleza o destruirla nuevamente. ¿Qué escogeremos?

¿Qué se puede perseguir?

19.

Vistas las circunstancias que nos rodean en nuestros tiempos, hacen falta nuevos paradigmas, un nuevo relato para los tiempos futuros. Configurar una ideología práctica contrailustrada, dotada de consistencia teórica que desafíe al sistema transmoderno y de respuestas claras y deseables cuando este colapse de manera inevitable si no hemos


llegado nosotros antes para instaurarlo. A ese sistema lo hemos llamado sinarquía. Es una transliteración de un concepto desarrollado por un clérigo británico tomada del griego (συναρχία) que literalmente significa “con gobierno”.

20.

Partimos de los principios de autonomía y potestad: tanto la libertad como el poder son deseables, y no hay nada condenable en esta afirmación. Sólo la autonomía y la potestad es posible en una sociedad cohesionada y jerarquizada que diferencia bien en la dimensión particular y en la universal de la sociedad y los individuos. No priorizamos ni al colectivo ni al individuo. Cada individuo es libre y responsable y cada comunidad solidaria y dinámica, pues un individuo puede desarrollarse sin dificultades en una comunidad sana y a su vez aportar beneficios a la sociedad, habiendo un desarrollo sano mutuo entre lo particular y lo universal.

21.

No existe la división jurídica de poderes, sino la división funcional del poder. Es decir, no concebimos la existencia del poder judicial o el poder ejecutivo, sino reconocemos la función judicial y ejecutivo del poder. Por tanto, no deseamos una independencia de poderes, sino la autonomía de las funciones del poder.

22.

La estructura jerárquica que defendemos es bilateral y bidimensional. Hay una reciprocidad de abajo arriba y viceversa, contando con estructuras verticales y horizontales en tres niveles: asambleario, burocrático y estático. De esta forma contamos con cuatro consejos autónomos que interactúan entre sí con total autonomía bajo la regencia de un príncipe republicano, que los coordina.

23.

No existen los partidos políticos, cada particular se representa a sí mismo en una asamblea, concejo en nuestra particularidad, bien sea municipal o urbano. Los concejos van articulando a su vez mediante elección indirecta a representantes que articulan los concejos generales y superiores, pues hay decisiones que tienen criterio directo y otras que no. De esta forma cada particular no sólo tiene posibilidad de voz y voto, sino que puede escalar en la estructura jerárquica de forma libre e independiente. Con este método también se logra que la elección de la jerarquía gestora dependa de la jerarquía


asamblearia. En cambio, la jerarquía media, como es el ejemplo de los cinco ministerios, los diputados provinciales o el aparato burocrático; dependen del poder central, así se evita la unilateralidad de arriba y el secesionismo de abajo.

24.

Los representantes de los concejos superiores articulan Las Cortes (El Consejo) y a sus senadores. Las Cortes eligen al príncipe, que coordina los cuatro consejos y además es el jefe del ejército y comparte la función ejecutiva del poder. Pero sus decisiones deben estar secundadas por la voluntad popular. Algunas las aprobará el senado, otras los concejos y así sucesivamente. Si se diera una tiranía, el ejército tiene la obligación de ni obedecer ni defender al príncipe. La moción de tiranía debe estar respaldada por el 75% de la población para demostrar que hay en efecto una tiranía y un descontento general por parte de la población. Durante el periodo electoral y los congresos, el ejército es controlado por una oligarquía militar que se sucede cada mes por sorteo entre los altos mandos militares. Así se articularía el Congreso.

25.

La Academia gestiona todo el nivel educativo del país. Los rectores de universidades e instituciones culturales forman el consejo equiparable a los otros tres. Para que esto sea posible, debe haber una verdadera coordinación, centralización e independencia a nivel educativo. Los rectores no deben quedar como conceptos para los estudiantes y deben demostrar una verdadera conciencia de los problemas y recursos de la educación. Se trata de una institución centralizada e independiente que coordina todo el modelo educativo estatal.

26.

Los sindicatos se autogestionan sin dinero público ni privado, sino con la propia contribución del afiliado. No obstante tienen un poder significativo en el consejo de la Bolsa, compartiendo la autoridad con los empresarios, que no tienen organizaciones empresariales, sino consorcios y acuerdos. El mercado es su forma de escalar y principio regio. La Bolsa debe servir a los intereses de esta República aunque se permita la propiedad privada de los medios de producción a pequeña escala, y de otros sectores a gran escala.


27.

El Tribunal se articula por la policía y jueces, siendo sus autoridades los jefes de los cuerpos armados y policiales al margen del ejército, y los jueces electos en votaciones llevadas a cabo por los jueces titulados. La junción judicial está articulada a nivel provincia, comarcal y nacional, existiendo también el Tribunal Supremo.

28.

Hay un equilibrio armónico entre la voluntad y la circunstancia. Así lo creemos y así lo observamos en la realidad, habiendo un binomio forma-contenido. Da igual lo mucho que los marxistas influyan en las circunstancias histórico-materiales si carecen de la voluntad de la población para colaborar con ellos. Al fin y al cabo, para provocar ese cambio, se tiene que desear ese cambio, por evidentes y favorables que sean esas condiciones para el cambio. Por esto, enfatizamos tanto el contexto de nuestras acciones como la persuasión de nuestras convicciones.

29.

Somos una ideología historicista. La historia es autónoma en su construcción, siendo la economía, la voluntad humana, la ideología, la cultura, la tradición o el desarrollo elementos de la prolongación de un mismo mapa. Además, defendemos fervientemente una postura holista, tratamos de abarcar todos los elementos pasados y presentes posibles para comprender nuestra realidad.

30.

También defendemos un rescate de concepciones pasadas cuando estas son rescatables. Esta afirmación no nos convierte en reaccionarios o tradicionalistas, pues simplemente creemos que si en el pasado ha habido concepciones mejores, estas deben ser aprovechadas en nuestro presente. Un ejemplo claro de esta tendencia la encontramos en la obra paideia de Werner Wilhem Jaeger, en donde se intentaban recuperar elementos positivos y aprovechables de la educación clásica griega. Por este motivo no es de extrañar que defendamos el concepto republicano de principado en nuestros días, siendo el término mucho más antiguo que el que tiene actualmente. Esto no quiere decir que adoptemos el término histórico tal cual en el pasado se entendía, sino que adaptamos lo que pensamos que la historia trata de decirnos.


31.

El sujeto protagonista del liberalismo fue el individuo, el del socialismo fue la clase y el del fascismo la nación. Nuestro sujeto es la civilización. Las civilizaciones han de ser elevadas a categorías protagonistas, pues en estas se incluyen todos los elementos que la humanidad constituye. No hay civilización superior a otra, sino diferente, y las interacciones entre las mismas deben ser dinámicas, ni monolíticas por una civilización purista, ni líquidas por una ley de comercio. Los intercambios culturales, los procesos de aculturación y los nacimientos y caídas culturales lo marcan las relaciones de todo tipo entre civilizaciones, no las decisiones individuales de oferta-demanda.

32.

Entendemos por civilización áreas geográficas intercontinentales con referencias históricas saludables comunes. De esta manera, cada civilización se articula en torno a un bloque cultural que interactúa sobre el resto. El bloque cultural favorable al desarrollo de la Sinarquía la denominamos Ecúmene. Ecúmene existe geográficamente en Europa, Asia Menor, el Norte de África y algunas zonas de Oriente Próximo y Asia central. El aislarse o comerciar con otros bloques culturales, unificarse como realidad política u organizarse como pequeñas comunidades es decisión de cada bloque cultural. Defendemos estos bloques culturales porque desarrollarse de otro modo en un mundo globalizado sería perecer.

33.

La Sinarquía sólo puede ser asimilable y deseable en el contexto indoeuropeo por la familiaridad conceptual histórica que sus conceptos tiene para la población. Esto no quiere decir que la democracia, república o monarquía (o la concordia ordinum moderna que nosotros defendemos) sea ajena a otros bloques culturales, sino que cada bloque cultural tiene su propia concepción de gobiernos asamblearios, republicanos o monárquicos.


34.

Nosotros defendemos la existencia de una comunidad política cohesionada; en este caso una República, aunque no sea la moderna por una mera observación de la realidad. Las unidades sociales conforme se expanden tienden a articularse en entidades políticas más complejas, de forma que no es incompatible estar en contra del Estado moderno y abogar por una articulación republicana e imperial (como se articula dicho sistema). Por otra parte, los anarquistas tienen razón en la necesidad de defender una verdadera autonomía e independencia de la población. Pero en absoluto la sed de poder y la autonomía son incompatibles, y el acierto reside en conjugarlos, y en garantizar una verdadera flexibilidad jerárquica que no sea dictada por el dinero en su totalidad. Si fuera así, como nuestra sociedad funciona, el desarraigo sería tan terrible, que no es de extrañar que el fármaco más demandado sea el antidepresivo.

35.

Diferenciamos entre potestad y autoridad. La potestad es el poder de facto que cada particular ejerce, mientras que la autoridad es el cargo institucional o el reconocimiento social. Nosotros pretendemos que potestad y autoridad vuelvan a estar ligados, pues en nuestra sociedad hay autoridades sin potestad y poderosos sin autoridad. De este modo, nosotros no defendemos una sociedad de clases donde impera la búsqueda del dinero, sino una sociedad de órdenes, donde gobierna la persecución de la excelencia.

36.

Los sinarquistas defendemos la existencia de la naturaleza humana: somos entes contextualizados biopsicosciales dotados de libertad con una dimensión racional, otra social y una última simbólica. No somos ni benévolos ni malvados por naturaleza, sino abiertos y peligrosos, ya que nuestras acciones así lo determinan, de múltiples opciones para construirnos en nuestro entorno. Nuestras acciones no son buenas o malas, sino positivas o negativas evaluables, de modo que es el contexto de las acciones las que determinan su bondad o malicia. Tenemos además dos tendencias marcadas por el anhelo de conocer: Por un lado perseguimos una idea del bien, y por otra tratamos de encontrar la manera de transgredirlo. Es decir, sentimos satisfacción y pesar tanto en el


cumplimiento del bien como en la seducción del mal. Transgresión y Cumplimiento están presentes en nuestros deseos trascendentales.

¿Cómo se logra la Sinarquía?

37.

El primer paso que debemos lograr es la consciencia. La población no solo debe tener conciencia de sus problemas, sino consciencia de la situación presente. Debemos no sólo ser conscientes de la alienación, sino de la masificación y de la abnegación. Para ello los sinarquistas buscamos primero una minoría comprometida y verdaderamente convencida de implantar la Sinarquía. Con esa minoría (que nos da igual su oficio o condición, sino su determinación y argumentación) lograremos atraer a las masas. Como hemos dicho antes, seas profesor, médico, obrero u hostelero no te salva de convertirte en gregaria mole, la masificación no perdona ninguna dedicación. La masa busca solidez, o al menos, apariencia de la misma. Si nuestro discurso es sólido y razonable, las masas confiarán en nosotros a última distancia, porque verán integridad.

38.

Una de las razones por las que defendemos la poligamia bilateral es por la necesidad de procrear. Ya no necesitamos una familia patriarcal, lo que necesitamos son hijos en abundancia, pues nuestra población está envejecida. Respetamos la opción de no querer procrear, así como alentamos a la concepción de nuevas vidas, ya que las epidemias y posibles guerras y crisis que nuestro insostenible sistema no puede contener, matarán a muchos de nosotros. Gran parte de los valores se adquieren en la educación. La concepción de hijos da muchas probabilidades de generar sinarquistas, a menos que ellos opten no serlo.

39.

La colaboración con el sistema debe ser posibilista. Solo debemos colaborar en acciones políticas con él mientras mejore la calidad de vida (tanto psicológica como física) de la población. En contrapartida, debemos articular asambleas alternativas y juntas a los


parlamentos constitucionales como contrapeso de su poder, de forma que podamos obtener el poder antes del colapso o después del mismo.

40.

Debemos apostar, una vez lleguemos al poder en cualquiera de las naciones existentes, por la unidad política de Ecúmene, o de gran parte de la misma. De no ser así, en un mundo globalizado estamos perdidos.

41.

Además, debemos articular nuestra propia concepción estética para abrirnos hueco en la lucha por la hegemonía cultural. Mediante la estética se logra una solidez a primer nivel, siendo un referente sólido en tantos fosos vacíos. El capitalismo nos hará el trabajo expansivo.

42.

No debemos dudar en emplear la violencia si esta fuese necesaria, pues como hemos argumentado, la violencia en sí no es perversa, sino su sádico uso descontextualizado y desproporcionado. A nuestra militancia debemos instruirla en una educación tanto marcial como intelectual. Así sabrán defenderse en argumentos y en altercados.

43.

Además, debemos abogar por la aceleración del Colapso. Confiar en la Anarquía para instaurar la Sinarquía, pues seremos los únicos preparados para reconstruir el colapso del liberalismo.

De este modo, el mundo cuenta, en breves pinceladas, un nuevo relato de suficiente solidez como para tener motivos por los que luchar. Consta de un sistema ético, político e ideológico abierto a ser criticado, desarrollado y aplicado. No creemos que sea la solución, sino una posible solución, y dese luego, lo que la mayoría de la población necesita.


EL COLAPSO DE LAS SOCIEDADES COMPLEJAS Introducción


Una de las primeras preguntas que nos podemos hacer antes de abordar el análisis de la cuestión a tratar en el presente trabajo, en el cual se hará mención a algunas de las teorías que han buscado dar una respuesta lo más satisfactoria posible a la misma, es que entendemos o cómo puede definirse el término “colapso”.

Si consultamos su definición en el Diccionario de la R.A.E., podemos leer en su primera acepción lo siguiente: “Destrucción, ruina de una institución, sistema, estructura, etc.”

Como se puede apreciar, la definición es cuanto menos “difusa”, y usualmente se asocia el término “colapso” a connotaciones negativas. Tal y como ha señalado acertadamente Middleton, entre los sinónimos de este término en cuestión encontramos palabras como “caída”, “declive” o “crisis”, igualmente relacionadas con un significado negativo o incluso catastrófico (2012: 260).

En opinión de Demarest, gracias a los recientes estudios efectuados sobre los posibles factores o acontecimientos que pueden dar lugar al colapso y fin de una determinada sociedad o civilización, se ha podido demostrar que la falta de definición del término “colapso” ha generado múltiples controversias sobre su interpretación y sobre algunos aspectos y acontecimientos culturales. El significado de términos como el mencionado, o de otros como “declive”, no es tan obvio como pudiera parecer, y a juicio de Demarest, es por ello por que han surgido muchos desacuerdos sobre esta cuestión (2001: 105). En una línea similar se ha pronunciado Middleton, afirmado que los malentendidos originados debido a la indefinición terminológica del término “colapso” se deben fundamentalmente a dos razones: la determinación efectiva de las consecuencias que desencadena un colapso, y que se entiende por tal (2013: 2).

El debate académico en torno a esta cuestión ha experimentado en los últimos años un resurgir debido a la mayor preocupación sobre el cambio climático y sus posibles efectos, así como por una mayor concienciación sobre los efectos que las acciones antrópicas tienen sobre el medio ambiente.

I. Distintas interpretaciones sobre el término “colapso”

Según Tainter, se debería entender por el término “colapso”, un rápido proceso político de simplificación que puede manifestarse en cualquier sociedad compleja cuando se dan una serie de determinadas circunstancias o condiciones, y a consecuencia del mismo, se producirá una sustancial degradación de sus estructuras sociopolíticas (1988: 4).

En opinión de Antequera, y teniendo en cuenta las apreciaciones de Tainter, una de las principales causas para el desencadenamiento de un colapso sería el “flujo energético”, entendiendo por tal la cantidad de energía que llega a una determinada sociedad por medio de diversos niveles tróficos y la cantidad que sale de ella. Ese flujo energético debe ser adecuado para permitir el correcto funcionamiento y desarrollo de una civilización, que cuanto más compleja sea, mayor deberá ser el flujo energético que la mantenga (2005). Asimismo, existen otros dos factores que, cuando aparecen de manera simultánea, son determinantes para la génesis de un colapso: las perturbaciones y los rendimientos marginales. La incidencia de esos elementos se manifestará en la disminución de las posibilidades que tiene una sociedad para incrementar la complejidad de sus estructuras (Antequera, 2005).

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1 Para este autor, existen cinco factores esenciales que determinarán el éxito o fracaso de una determinada sociedad, los cuales son: el grado de deterioro medioambiental, los cambios climáticos, la presencia de culturas hostiles, asociaciones mercantiles amistosas y las posibles soluciones que esa sociedad sea capaz de aportar para la resolución de sus problemas medioambientales (Goldstein, 2007).

Otros autores como Diamond

Biología o la Ecología, tienden a considerar un colapso como una consecuencia derivada de un notable y repentino decrecimiento poblacional ocurrido en una sociedad. Pese a las evidentes diferencias existentes entre las sociedades del pasado y las actuales, para Diamond, el éxito o fracaso de las primeras se debió a la presencia de unas circunstancias similares a las presentes en nuestros días (2006: 17).

, más influenciados en sus planteamientos por otras disciplinas como la

 

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Si las sociedades del pasado prosperaron o desaparecieron a consecuencia de un proceso de colapso, se debió en el último supuesto, a la paulatina degradación de su entorno medioambiental (McAnany & Yoffee, 2010: 4).

No obstante, hay autores como Pomeranz, que creen que pese al innegable poder que tenían las élites gobernantes de esas sociedades, nunca tuvieron tanto como para provocar la destrucción de su propio entorno (McAnany & Yoffee, 2010: 9).

Ponting cree que los problemas medioambientales actuales están estrechamente relacionados con el ser humano (1991: 413), y del mismo modo que Diamond, en lugar de prestar atención al desarrollo de los distintos acontecimientos políticos ocurridos a lo largo de la Historia, prefiere centrarse en el estudio y comprensión de esas fuerzas “elementales” que han configurado el mundo, así como en las consecuencias de las acciones humanas sobre el medioambiente.

Los más recientes estudios efectuados sobre el tema del colapso de las sociedades han cuestionado muchas de las conclusiones presentadas por aquellos investigadores que, de una u otra manera, han seguido una línea similar a la de Diamond, lo cual ha provocado la aparición de dos corrientes teóricas: una que enfatiza las debilidades del ser humano para hacer frente con éxito a un proceso de colapso, mientras que la otra toma una postura radicalmente opuesta al reafirmar el valor de las acciones antrópicas en su intento por dar respuesta a las consecuencias producidas por un colapso.

De acuerdo con algunos autores como Eisenstadt o el propio Tainter, se puede afirmar que durante la Antigüedad no se produjo colapso alguno, postura que es aceptada con algunos matices por McAnany y Yoffee, que aunque reconocen la posibilidad de que se hubiesen producido algunas crisis de distinto alcance e intensidad, que sin duda produjeron modificaciones importantes en las estructuras sociopolíticas de esas sociedades, muy raramente llegaron a desencadenar un colapso completo e irreversible (2010: 6). Para Van der Leeuw, cualquier alteración medioambiental que se produzca es parte intrínseca del proceso socionatural que comenzó a fines del Pleistoceno (McAnany & Yoffee, 2010: 6).

No obstante, tanto McAnany como Yoffee no dudan en hacer énfasis sobre las conductas que tradicionalmente han sido asociadas con un colapso, entre las cuales se pueden mencionar migraciones, modificaciones en las estrategias de subsistencia y en el aprovechamiento de los recursos disponibles, el abandono del monumentalismo y de estructuras administrativas de cierta complejidad... Todas ellas, en opinión de ambos autores, deben ser identificadas como respuestas adaptativas ante situaciones extremas. El colapso de las estructuras sociopolíticas de una sociedad provocaría la adopción de unos modelos organizativos caracterizados por una mayor simplicidad, y por lo tanto, requerirían de un menor flujo energético para su mantenimiento (McAnany & Yoffee, 2010: 10).

Es lógico pensar que la resistencia de esas sociedades inmersas en un proceso de colapso, sea este a consecuencia de cambios medioambientales o a decisiones erróneas tomadas por sus élites dirigentes, debería ser analizada teniendo en consideración las características propias de su entorno. Esta reflexión, formulada por Diamond, es compartida por McAnany y Yoffee, aunque estos no creen que los gobernantes de esas sociedades pasadas fuesen los responsables últimos de la degradación de su entorno natural, ya que se conoce fehacientemente que esas sociedades sufrieron algunas crisis de distinta naturaleza e impacto a las cuales hicieron frente del mejor modo que supieron (2010:12).

Algunos investigadores que no comparten los postulados del determinismo geográfico, frecuentemente empleado para explicar porque algunas sociedades prosperan y otras fracasan, consideran que las sociedades de la Antigüedad tuvieron que hacer frente a problemas de diversa naturaleza que provocaron un sensible deterioro de sus estructuras sociopolíticas, a los cuales intentaron sobreponerse. En opinión de Diamond, los problemas medioambientales que sufrimos en la actualidad fueron sin duda mucho más complejos de afrontar en el pasado, especialmente por aquellas civilizaciones que desconocían la escritura y no podían acceder a registros escritos que hicieran referencia a situaciones similares, y la degradación de su entorno fue una consecuencia sobrevenida por su afán por desarrollarse, no debido a que lo hicieran intencionadamente (2006: 17). Pese a estas manifestaciones, este autor seguirá considerando que el colapso de una determinada sociedad es debido, principalmente, a severas alteraciones medioambientales provocadas por decisiones erróneas de las élites dirigentes que fueron acatadas ciegamente por el resto de la población.


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McAnany y Yoffee opinan que el colapso de algunas sociedades se debe al egoísmo y falta de previsión de sus líderes, que en lugar de preocuparse por preservar su entorno y el bienestar de su comunidad, solo buscan su propio beneficio particular sin ser conscientes de las consecuencias que puedan derivarse (2010: 8).

En opinión de Yoffee y de otros autores como Cowgill, el término “colapso” no debería ser concebido como un proceso que conduce ineludiblemente a la desaparición definitiva de grandes tradiciones culturales debido al fracaso de sus estructuras sociopolíticas, ya que no todas las civilizaciones colapsan siguiendo unos mismos patrones (1991: 18). En su lugar, Middleton propone otros como “transición”, “transformación” o “cambio”, que a diferencia de “colapso”, están exentos de cualquier connotación negativa (2012: 264). De acuerdo con la nueva definición de “colapso” ofrecida por Middleton, este debería entenderse como un conjunto de acontecimientos de diversa naturaleza, que provocan una serie de significativos y rápidos cambios en las estructuras sociopolíticas de una sociedad, cuya incidencia se deja sentir en su cultura material. Además, esos cambios pueden ocasionar la disolución de grandes entidades estatales y la transformación de su cultura, o incluso, su definitiva desaparición (2012, 267-268).

II. Enfoques sobre la influencia de los factores medioambientales en los procesos de colapso

Para comprender con todo su alcance los posibles colapsos que pudieron darse en la Antigüedad, es esencial tener en cuenta los diversos enfoques formulados para determinar hasta qué punto y de qué modo, los factores medioambientales desempeñan un papel fundamental en la génesis y desarrollo de los mismos.

Pese a que los arqueólogos parecen mostrar mayor interés por poner de relieve la importancia de las acciones humanas como una de las causas fundamentales para la aparición de un proceso de colapso, a juicio de Middleton, se deberían tener mucho más en cuenta los factores medioambientales (2012: 268). Esta afirmación ha provocado que muchas de las explicaciones tradicionalmente aceptadas hayan comenzado a ser cuestionadas, y se admita la posible incidencia de otros factores, como por ejemplo cambios climáticos repentinos, como desencadenantes de eventos catastróficos.

Renfrew y Bahn han expuesto una serie de teorías que pretenden dar respuesta al fenómeno del colapso, siendo una de las más recurrentes la referida a la escasez de recursos disponibles a consecuencia de alteraciones medioambientales significativas, o bien debido a la toma de decisiones que acabarían por manifestarse como grandes equivocaciones. Un ejemplo de esto último sería lo ocurrido en el área mesopotámica como producto de la excesiva irrigación de los suelos, que terminaría por degradarlos y afectar severamente a la producción agrícola (2008: 178). Otras teorías han considerado como posibles desencadenantes las catástrofes naturales, siendo un buen ejemplo de ello la célebre erupción ocurrida en la

Tainter se hace eco de otras teorías que sostienen que los colapsos son ocasionados por factores como la irrupción de pueblos extranjeros, conflictos de diverso tipo y alcance, o incluso por manifestaciones de carácter místico (Antequera, 2005). En unos términos similares se pronunció a comienzos de la década de 1960 el célebre historiador británico A.J. Toynbee, que consideró que todas las civilizaciones pasan a lo largo de su existencia por una serie de fases, las cuales son: génesis, crecimiento, problemas, estado universal y desintegración. Esta afirmación sería posteriormente ampliada y reformulada por C. Quigley en su obra titulada La evolución de las civilizaciones (1979). Toynbee considera que los colapsos no son producidos por la degradación del entorno natural, sino debido a la incapacidad de las sociedades para resolver los problemas surgidos a consecuencia del excesivo desarrollo de sus estructuras sociopolíticas. Los colapsos producirían una fractura social en esas civilizaciones, además de una idealización del pasado o del futuro y el surgimiento

2 A consecuencia de una gran y violenta erupción volcánica cuya datación es variable según el método empleado (la datación por radiocarbono la sitúa en algún momento entre los años 1639 y 1616 a.C. (Manning, 2006: 565-569) mientras que las evidencias arqueológicas sugieren una cronología más reciente, entre el 1530 y el 1500 a.C.(Pollinger-Foster & Ritner, 1996: 1-14)) , provocó la destrucción de buena parte de la isla de Thera (actual Santorini), tratándose de una de las catástrofes naturales más importantes acaecidas en el Egeo durante la Edad del Bronce. Se cree que la erupción causó una importante alteración de las condiciones climáticas en el Mediterráneo Oriental (Lilley, 2006) y por extensión en el resto del planeta (Vergano, 2006). Algunos investigadores creen que este acontecimiento pudo dar lugar al mito de la Atlántida (Oppenheimer, 2003).

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acuerdo a lo manifestado por autores como Tsonis, de Bruins, McGillivray y Van der Plicht.

isla de Thera

, que acabaría provocando la desaparición de la civilización minoica hacia el 1380 a.C. de

 

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de fenómenos culturales como el nihilismo o el desarrollo de cultos místicos que tratarán de dar una respuesta trascendental (Toynbee, 1961).

En opinión de Middleton, tan solo deberían tenerse en cuenta las explicaciones que se basan en la incidencia de factores de tipo medioambiental, entre los que destacan a su parecer, los siguientes:

 cambios climáticos: en los estudios más recientes es posible apreciar una tendencia que considera esta como una de las causas que pudieron provocar profundos cambios sociopolíticos que acabaron llevando al colapso a algunas civilizaciones del pasado. Según Weiss, la desaparición de la cultura de Tell Leilan 3 en Siria, se debió a un importante cambio de las condiciones medioambientales, que tuvo lugar en algún momento en torno al 2200 a.C. Del mismo modo, Butzer achaca el colapso del Imperio Antiguo de Egipto 4 a la progresiva y notable disminución de las crecidas anuales del Nilo a partir del 2181 a.C. (Renfrew & Bahn, 2008: 178). De acuerdo con lo manifestado por Middleton, gracias a las evidencias con las que contamos actualmente, es posible determinar que esos colapsos se debieron a rápidas y significativas alteraciones climáticas que provocaron en esas sociedades una serie de respuestas adaptativas para acomodarse a la nueva situación (2012: 270). Riechmann profundiza aún más al preguntarse si esas alteraciones climáticas y las modificaciones sociopolíticas surgidas a consecuencia de estas, podrían ser consideradas como una razón de peso para desencadenar el colapso de una civilización, lo cual a su juicio, no puede ser respondido mediante el empleo de modelos climáticos o económicos (2007:75).

 ecocidios y toma de decisiones inadecuadas: según Broswimmer, el término “ecocidio” debe comprenderse como un conjunto de acciones intencionadas que buscan causar la degradación, total o parcial, de un ecosistema, mediante el uso de compuestos químicos, armas de destrucción masiva, provocando desastres naturales...etc (López, 2014:17). Esta definición es claramente diferente a la de Middleton, pero esencialmente, tanto una como otra se refieren a un mismo hecho, la degradación medioambiental causada por el ser humano. Basándose en una serie de evidencias arqueológicas que considera concluyentes, Middleton ha intentado demostrar la capacidad que tienen todas las sociedades para alterar significativamente sus entornos (2012: 270). La falta de adaptación a las nuevas condiciones provocadas por los cambios medioambientales, conducirá inevitablemente al colapso, hecho que Middleton llega a considerar en algunos supuestos hasta “beneficioso” al provocar un “reseteo” cultural y medioambiental que puede propiciar la aparición de nuevas sociedades

(2012: 271).

 eventos catastróficos: las catástrofes naturales pueden desencadenar colapsos y el fin de una civilización, siendo una de las causas que pueden explicarlos, así como los cambios sociopolíticos producidos (Middleton, 2012: 271). Respecto a esta cuestión, Tainter solo considera fenómenos tales como terremotos, erupciones volcánicas o plagas epidémicas (Antequera, 2005), a los que se podrían sumar otros como maremotos, siendo un buen ejemplo de ello el desencadenado a consecuencia de la violenta erupción que acabó con buena parte de la isla de Thera, acontecimiento estudiado con detalle por investigadores como McGillivray, de Bruins y Van der Plicht. Las teorías basadas en la incidencia de catástrofes han encontrado ciertas reticencias entre la comunidad académica para ser consideradas como causa probable del colapso de sociedades complejas. Pese a ello, es posible encontrar varios ejemplos históricos de lo mencionado, como por ejemplo el fin de la cultura minoica en Creta, aunque hay otros que parecen invalidarlas, como la destrucción de las ciudades romanas de Pompeya y Herculano a consecuencia de la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era, que obviamente, no produjo el fin de Roma. Los efectos de una determinada catástrofe natural no inciden del mismo modo en unas sociedades que en otras, pero como indica Middleton al referirse a las tesis de McAnany y Yoffee, las consecuencias de estas son esencialmente las mismas en todas ellas:

3 Yacimiento arqueológico situado en la actual Siria. Los restos más antiguos de ocupación humana se remontan al V milenio a.C., y hacia el III milenio a.C. se desarrolló hasta dar lugar hacia el 2600 a.C. a una ciudad conocida como Shekhna, que acabaría siendo anexionada al Imperio acadio entre los años 2300-2200 a.C. Apenas un siglo después sería abandonada debido a una fuerte sequía que modificó sensiblemente las condiciones climáticas de la región. De acuerdo con las evidencias arqueológicas, la población fue abandonándola progresivamente hasta el año 2140 a.C. momento en el que no se atestigua ocupación humana alguna.

4 (2700-2200 a.C.) Durante la V y VI Dinastías se producirá el colapso de este primer Imperio egipcio debido, entre otras causas sociopolíticas, a una gran sequía ocurrida entre el 2200 y el 2150 a.C. que mermó notablemente el volumen de las inundaciones del Nilo. Además, desde unas décadas antes se venían sufriendo importantes hambrunas que causaron numerosos disturbios que debilitaron la autoridad de los faraones.

 

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algunas sociedades consiguieron adaptarse mientras que otras no lo lograron y acabaron por desaparecer (2012: 273).

III. El colapso de las sociedades complejas, ¿es inevitable?

A lo largo de la Historia han surgido diversas sociedades complejas que, de un modo u otro, acabaron por colapsar sin mediar causa medioambiental alguna u otros factores exógenos que pudieran haber provocado su fin, que en algunos casos, fue causado por ellas mismas. Un ejemplo de esto sería, en opinión de Diamond y basándose en las ideas de Flenley, el caso de la antigua civilización pascuense, que causó un ecocidio involuntario (2005: 26). No obstante, los conceptos de “resistencia” y de “adaptabilidad” formulados por McAnany y Yoffee, pueden ser una buena muestra de los esfuerzos de muchas sociedades complejas del pasado por evitar, dentro de sus posibilidades, su desaparición a consecuencia de un colapso.

Muchas de las conclusiones propuestas por Tainter han sido recogidas por R. Durán y L. Gonzalez en su obra

en dos volúmenes publicada en 2014 por Ecologistas en Acción titulada En la espiral de la energía. En una 5

entrevista realizada a González en abril de 2015 , este autor manifestó los que, a su parecer, son los postulados más significativos del pensamiento de Tainter, los cuales son:

 en primer lugar, tanto la energía como los factores medioambientales son elementos esenciales para el desarrollo de una determinada sociedad, pero en último término, son estas las que toman las decisiones que las conducirán al éxito o al fracaso.

 asimismo, desde su aparición en el planeta, el ser humano ha desarrollado su existencia siguiendo dos modelos de civilización claramente diferentes: uno caracterizado por una sociedad más igualitaria, pacífica y sin estructuras jerárquicas desarrolladas que tuvo una relación más respetuosa con su entorno; y otra cuyas señas de identidad son una mayor complejidad social, mucho más violenta y jerarquizada cuya interacción con el medioambiente dista de ser armónica. Este último modelo, de acuerdo con Tainter, acabó dando lugar a la sociedad capitalista actual.

En esa entrevista, González manifiesta su creencia en la inevitabilidad del declive y posterior colapso de la sociedad industrial, y que la nueva civilización que surja de esta última deberá estar sustentada en la agricultura, la utilización de energías renovables y una clara determinación de aquellos límites medioambientales que bajo ninguna circunstancia pueden ser traspasados. En opinión de Ibañez, el incremento de la complejidad sociopolítica de muchas civilizaciones del pasado llevó a estas a su propia destrucción, siendo esencial para el correcto desarrollo de una sociedad que sus estructuras sociopolíticas sean sostenibles (2014).

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Si aceptamos la definición del término “colapso” formulada por Middleton, la cual fue elaborada por el mencionado autor en base a diversas aportaciones de otras disciplinas como la Historia, la Arqueología o la Biología, con el fin de despojarle de cualquier connotación negativa y concebirlo como el declive y fin de una sociedad compleja, en su lugar propone definirlo como un proceso de cambio producido, en ocasiones, por significativas alteraciones medioambientales a las que las sociedades deben adaptarse del mejor modo posible, y asumir los cambios que estas puedan producir. Asimismo, la sostenibilidad de una determinada sociedad compleja no depende solamente de sus integrantes (aunque la toma de unas determinadas decisiones por parte de sus élites gobernantes tiene cierta importancia al poder producir ciertos desequilibrios), ya que la incidencia de los factores naturales juega un importante papel en el devenir de las mismas.

5 http://www.utopiacontagiosa.org/2015/04/16/en-la-espiral-de-la-energia-entrevista-con-luis-gonzalez-ecologistas-en-accion-13/ (acceso junio 2017)

6 https://dedona.wordpress.com/2011/03/11/entrevista-con-joseph-tainter-autor-de-el-colapso-de-sociedades-complejas/

(acceso junio 2017)

En una entrevista realizada a Tainter en 2011

aquellas sociedades que, debido a una serie de determinadas circunstancias, se ve obligada a buscar soluciones para solventar los problemas que la aquejan, cimentándose su éxito o fracaso en la habilidad que tengan para afrontarlos. En opinión de Tainter, las sociedades del pasado que lograron perdurar lo hicieron gracias a que supieron enfrentarse con éxito a sus problemas económicos, logrando ser sostenibles (2011).

, este afirmó que la conciencia de sostenibilidad surge en

   

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Conclusión

Tal y como se ha podido apreciar a lo largo del presente trabajo, es necesario que se lleve a cabo una redefinición de lo que hasta el momento se ha entendido por el término “colapso”, así como un replanteamiento teórico despojado de cualquier tipo de determinismo de tipo geográfico.

En líneas generales, se puede afirmar que los efectos medioambientales que afectaron a las sociedades del pasado son, esencialmente, los mismos a los cuales nos enfrentamos en la actualidad, aunque es significativo que el ser humano haya comenzado a tomar conciencia de que sus acciones pueden llegar a causar profundas modificaciones de diverso tipo y alcance en su entorno natural, siendo muchas de ellas consecuencia de sus necesidades, las cuales dependen en gran medida del nivel de complejidad social alcanzado. Asimismo, cabe pensar que las sociedades humanas solo se han adaptado a su medioambiente cuando se han visto privadas de otras alternativas, lo cual les obliga a emprender ciertas modificaciones estructurales para dar respuesta a sus problemas.

De acuerdo con un modelo de predicción matemática encargado por la NASA al Centro de vuelo espacial

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Goddard , que ha sido bautizado con el nombre de HANDY , se han podido determinar cinco factores cuya

incidencia es determinante para provocar el colapso de una civilización, los cuales son: el clima, la población, los recursos hídricos, la agricultura y la energía. Cuando esos cinco elementos confluyen simultáneamente, se produce el “colapso perfecto”, que desencadenará una sobreexplotación de los recursos disponibles a consecuencia de la degradación de las estructuras económicas y una mayor jerarquización social que se traducirá en un incremento de las desigualdades entre la población de esa sociedad.

Por lo tanto, y a modo de corolario, sería esencial tener el mayor conocimiento posible sobre como esas sociedades que nos precedieron, afrontaron una serie de problemas que parecen gozar de la misma vigencia que tuvieron antaño, además de promover una mayor concienciación sobre el efecto que las acciones antrópicas tienen sobre el medioambiente, ya que en cierto modo (o sin él), muchos de los factores que podrían conducir al colapso de nuestra sociedad actual, del mismo modo que ocurrió con otras en el pasado, es en buena parte consecuencia de nuestras propias acciones.

 7 Laboratorio de investigación dependiente de la NASA fundado el 1 de mayo de 1959 como primer centro espacial de vuelo cuya sede se encuentra en Greenbelt (Maryland). Entre sus cometidos se encuentran el estudio del Universo y el desarrollo de satélites científicos. Recibe su nombre por Robert H. Goddard (1882-1945), uno de los primeros pioneros en la propulsión de cohetes.

8 Human and nature dynamics (HANDY). Se trata de un modelo experimental basado en la interacción de los seres humanos con su entorno medioambiental, cuya finalidad es la predicción a largo plazo de posibles colapsos sociopolíticos debidos a la sobreexplotación de los recursos disponibles.


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