Una de las primeras preguntas que nos podemos hacer antes de abordar el análisis de la cuestión a tratar en el presente trabajo, en el cual se hará mención a algunas de las teorías que han buscado dar una respuesta lo más satisfactoria posible a la misma, es que entendemos o cómo puede definirse el término “colapso”.
Si consultamos su definición en el Diccionario de la R.A.E., podemos leer en su primera acepción lo siguiente: “Destrucción, ruina de una institución, sistema, estructura, etc.”
Como se puede apreciar, la definición es cuanto menos “difusa”, y usualmente se asocia el término “colapso” a connotaciones negativas. Tal y como ha señalado acertadamente Middleton, entre los sinónimos de este término en cuestión encontramos palabras como “caída”, “declive” o “crisis”, igualmente relacionadas con un significado negativo o incluso catastrófico (2012: 260).
En opinión de Demarest, gracias a los recientes estudios efectuados sobre los posibles factores o acontecimientos que pueden dar lugar al colapso y fin de una determinada sociedad o civilización, se ha podido demostrar que la falta de definición del término “colapso” ha generado múltiples controversias sobre su interpretación y sobre algunos aspectos y acontecimientos culturales. El significado de términos como el mencionado, o de otros como “declive”, no es tan obvio como pudiera parecer, y a juicio de Demarest, es por ello por que han surgido muchos desacuerdos sobre esta cuestión (2001: 105). En una línea similar se ha pronunciado Middleton, afirmado que los malentendidos originados debido a la indefinición terminológica del término “colapso” se deben fundamentalmente a dos razones: la determinación efectiva de las consecuencias que desencadena un colapso, y que se entiende por tal (2013: 2).
El debate académico en torno a esta cuestión ha experimentado en los últimos años un resurgir debido a la mayor preocupación sobre el cambio climático y sus posibles efectos, así como por una mayor concienciación sobre los efectos que las acciones antrópicas tienen sobre el medio ambiente.
I. Distintas interpretaciones sobre el término “colapso”
Según Tainter, se debería entender por el término “colapso”, un rápido proceso político de simplificación que puede manifestarse en cualquier sociedad compleja cuando se dan una serie de determinadas circunstancias o condiciones, y a consecuencia del mismo, se producirá una sustancial degradación de sus estructuras sociopolíticas (1988: 4).
En opinión de Antequera, y teniendo en cuenta las apreciaciones de Tainter, una de las principales causas para el desencadenamiento de un colapso sería el “flujo energético”, entendiendo por tal la cantidad de energía que llega a una determinada sociedad por medio de diversos niveles tróficos y la cantidad que sale de ella. Ese flujo energético debe ser adecuado para permitir el correcto funcionamiento y desarrollo de una civilización, que cuanto más compleja sea, mayor deberá ser el flujo energético que la mantenga (2005). Asimismo, existen otros dos factores que, cuando aparecen de manera simultánea, son determinantes para la génesis de un colapso: las perturbaciones y los rendimientos marginales. La incidencia de esos elementos se manifestará en la disminución de las posibilidades que tiene una sociedad para incrementar la complejidad de sus estructuras (Antequera, 2005).
1
1 Para este autor, existen cinco factores esenciales que determinarán el éxito o fracaso de una determinada sociedad, los cuales son: el grado de deterioro medioambiental, los cambios climáticos, la presencia de culturas hostiles, asociaciones mercantiles amistosas y las posibles soluciones que esa sociedad sea capaz de aportar para la resolución de sus problemas medioambientales (Goldstein, 2007).
Otros autores como Diamond
Biología o la Ecología, tienden a considerar un colapso como una consecuencia derivada de un notable y repentino decrecimiento poblacional ocurrido en una sociedad. Pese a las evidentes diferencias existentes entre las sociedades del pasado y las actuales, para Diamond, el éxito o fracaso de las primeras se debió a la presencia de unas circunstancias similares a las presentes en nuestros días (2006: 17).
, más influenciados en sus planteamientos por otras disciplinas como la
© Mario Martín Merino, 2017
Si las sociedades del pasado prosperaron o desaparecieron a consecuencia de un proceso de colapso, se debió en el último supuesto, a la paulatina degradación de su entorno medioambiental (McAnany & Yoffee, 2010: 4).
No obstante, hay autores como Pomeranz, que creen que pese al innegable poder que tenían las élites gobernantes de esas sociedades, nunca tuvieron tanto como para provocar la destrucción de su propio entorno (McAnany & Yoffee, 2010: 9).
Ponting cree que los problemas medioambientales actuales están estrechamente relacionados con el ser humano (1991: 413), y del mismo modo que Diamond, en lugar de prestar atención al desarrollo de los distintos acontecimientos políticos ocurridos a lo largo de la Historia, prefiere centrarse en el estudio y comprensión de esas fuerzas “elementales” que han configurado el mundo, así como en las consecuencias de las acciones humanas sobre el medioambiente.
Los más recientes estudios efectuados sobre el tema del colapso de las sociedades han cuestionado muchas de las conclusiones presentadas por aquellos investigadores que, de una u otra manera, han seguido una línea similar a la de Diamond, lo cual ha provocado la aparición de dos corrientes teóricas: una que enfatiza las debilidades del ser humano para hacer frente con éxito a un proceso de colapso, mientras que la otra toma una postura radicalmente opuesta al reafirmar el valor de las acciones antrópicas en su intento por dar respuesta a las consecuencias producidas por un colapso.
De acuerdo con algunos autores como Eisenstadt o el propio Tainter, se puede afirmar que durante la Antigüedad no se produjo colapso alguno, postura que es aceptada con algunos matices por McAnany y Yoffee, que aunque reconocen la posibilidad de que se hubiesen producido algunas crisis de distinto alcance e intensidad, que sin duda produjeron modificaciones importantes en las estructuras sociopolíticas de esas sociedades, muy raramente llegaron a desencadenar un colapso completo e irreversible (2010: 6). Para Van der Leeuw, cualquier alteración medioambiental que se produzca es parte intrínseca del proceso socionatural que comenzó a fines del Pleistoceno (McAnany & Yoffee, 2010: 6).
No obstante, tanto McAnany como Yoffee no dudan en hacer énfasis sobre las conductas que tradicionalmente han sido asociadas con un colapso, entre las cuales se pueden mencionar migraciones, modificaciones en las estrategias de subsistencia y en el aprovechamiento de los recursos disponibles, el abandono del monumentalismo y de estructuras administrativas de cierta complejidad... Todas ellas, en opinión de ambos autores, deben ser identificadas como respuestas adaptativas ante situaciones extremas. El colapso de las estructuras sociopolíticas de una sociedad provocaría la adopción de unos modelos organizativos caracterizados por una mayor simplicidad, y por lo tanto, requerirían de un menor flujo energético para su mantenimiento (McAnany & Yoffee, 2010: 10).
Es lógico pensar que la resistencia de esas sociedades inmersas en un proceso de colapso, sea este a consecuencia de cambios medioambientales o a decisiones erróneas tomadas por sus élites dirigentes, debería ser analizada teniendo en consideración las características propias de su entorno. Esta reflexión, formulada por Diamond, es compartida por McAnany y Yoffee, aunque estos no creen que los gobernantes de esas sociedades pasadas fuesen los responsables últimos de la degradación de su entorno natural, ya que se conoce fehacientemente que esas sociedades sufrieron algunas crisis de distinta naturaleza e impacto a las cuales hicieron frente del mejor modo que supieron (2010:12).
Algunos investigadores que no comparten los postulados del determinismo geográfico, frecuentemente empleado para explicar porque algunas sociedades prosperan y otras fracasan, consideran que las sociedades de la Antigüedad tuvieron que hacer frente a problemas de diversa naturaleza que provocaron un sensible deterioro de sus estructuras sociopolíticas, a los cuales intentaron sobreponerse. En opinión de Diamond, los problemas medioambientales que sufrimos en la actualidad fueron sin duda mucho más complejos de afrontar en el pasado, especialmente por aquellas civilizaciones que desconocían la escritura y no podían acceder a registros escritos que hicieran referencia a situaciones similares, y la degradación de su entorno fue una consecuencia sobrevenida por su afán por desarrollarse, no debido a que lo hicieran intencionadamente (2006: 17). Pese a estas manifestaciones, este autor seguirá considerando que el colapso de una determinada sociedad es debido, principalmente, a severas alteraciones medioambientales provocadas por decisiones erróneas de las élites dirigentes que fueron acatadas ciegamente por el resto de la población.
© Mario Martín Merino, 2017
McAnany y Yoffee opinan que el colapso de algunas sociedades se debe al egoísmo y falta de previsión de sus líderes, que en lugar de preocuparse por preservar su entorno y el bienestar de su comunidad, solo buscan su propio beneficio particular sin ser conscientes de las consecuencias que puedan derivarse (2010: 8).
En opinión de Yoffee y de otros autores como Cowgill, el término “colapso” no debería ser concebido como un proceso que conduce ineludiblemente a la desaparición definitiva de grandes tradiciones culturales debido al fracaso de sus estructuras sociopolíticas, ya que no todas las civilizaciones colapsan siguiendo unos mismos patrones (1991: 18). En su lugar, Middleton propone otros como “transición”, “transformación” o “cambio”, que a diferencia de “colapso”, están exentos de cualquier connotación negativa (2012: 264). De acuerdo con la nueva definición de “colapso” ofrecida por Middleton, este debería entenderse como un conjunto de acontecimientos de diversa naturaleza, que provocan una serie de significativos y rápidos cambios en las estructuras sociopolíticas de una sociedad, cuya incidencia se deja sentir en su cultura material. Además, esos cambios pueden ocasionar la disolución de grandes entidades estatales y la transformación de su cultura, o incluso, su definitiva desaparición (2012, 267-268).
II. Enfoques sobre la influencia de los factores medioambientales en los procesos de colapso
Para comprender con todo su alcance los posibles colapsos que pudieron darse en la Antigüedad, es esencial tener en cuenta los diversos enfoques formulados para determinar hasta qué punto y de qué modo, los factores medioambientales desempeñan un papel fundamental en la génesis y desarrollo de los mismos.
Pese a que los arqueólogos parecen mostrar mayor interés por poner de relieve la importancia de las acciones humanas como una de las causas fundamentales para la aparición de un proceso de colapso, a juicio de Middleton, se deberían tener mucho más en cuenta los factores medioambientales (2012: 268). Esta afirmación ha provocado que muchas de las explicaciones tradicionalmente aceptadas hayan comenzado a ser cuestionadas, y se admita la posible incidencia de otros factores, como por ejemplo cambios climáticos repentinos, como desencadenantes de eventos catastróficos.
Renfrew y Bahn han expuesto una serie de teorías que pretenden dar respuesta al fenómeno del colapso, siendo una de las más recurrentes la referida a la escasez de recursos disponibles a consecuencia de alteraciones medioambientales significativas, o bien debido a la toma de decisiones que acabarían por manifestarse como grandes equivocaciones. Un ejemplo de esto último sería lo ocurrido en el área mesopotámica como producto de la excesiva irrigación de los suelos, que terminaría por degradarlos y afectar severamente a la producción agrícola (2008: 178). Otras teorías han considerado como posibles desencadenantes las catástrofes naturales, siendo un buen ejemplo de ello la célebre erupción ocurrida en la
Tainter se hace eco de otras teorías que sostienen que los colapsos son ocasionados por factores como la irrupción de pueblos extranjeros, conflictos de diverso tipo y alcance, o incluso por manifestaciones de carácter místico (Antequera, 2005). En unos términos similares se pronunció a comienzos de la década de 1960 el célebre historiador británico A.J. Toynbee, que consideró que todas las civilizaciones pasan a lo largo de su existencia por una serie de fases, las cuales son: génesis, crecimiento, problemas, estado universal y desintegración. Esta afirmación sería posteriormente ampliada y reformulada por C. Quigley en su obra titulada La evolución de las civilizaciones (1979). Toynbee considera que los colapsos no son producidos por la degradación del entorno natural, sino debido a la incapacidad de las sociedades para resolver los problemas surgidos a consecuencia del excesivo desarrollo de sus estructuras sociopolíticas. Los colapsos producirían una fractura social en esas civilizaciones, además de una idealización del pasado o del futuro y el surgimiento
2 A consecuencia de una gran y violenta erupción volcánica cuya datación es variable según el método empleado (la datación por radiocarbono la sitúa en algún momento entre los años 1639 y 1616 a.C. (Manning, 2006: 565-569) mientras que las evidencias arqueológicas sugieren una cronología más reciente, entre el 1530 y el 1500 a.C.(Pollinger-Foster & Ritner, 1996: 1-14)) , provocó la destrucción de buena parte de la isla de Thera (actual Santorini), tratándose de una de las catástrofes naturales más importantes acaecidas en el Egeo durante la Edad del Bronce. Se cree que la erupción causó una importante alteración de las condiciones climáticas en el Mediterráneo Oriental (Lilley, 2006) y por extensión en el resto del planeta (Vergano, 2006). Algunos investigadores creen que este acontecimiento pudo dar lugar al mito de la Atlántida (Oppenheimer, 2003).
2
acuerdo a lo manifestado por autores como Tsonis, de Bruins, McGillivray y Van der Plicht.
isla de Thera
, que acabaría provocando la desaparición de la civilización minoica hacia el 1380 a.C. de
© Mario Martín Merino, 2017
de fenómenos culturales como el nihilismo o el desarrollo de cultos místicos que tratarán de dar una respuesta trascendental (Toynbee, 1961).
En opinión de Middleton, tan solo deberían tenerse en cuenta las explicaciones que se basan en la incidencia de factores de tipo medioambiental, entre los que destacan a su parecer, los siguientes:
cambios climáticos: en los estudios más recientes es posible apreciar una tendencia que considera esta como una de las causas que pudieron provocar profundos cambios sociopolíticos que acabaron llevando al colapso a algunas civilizaciones del pasado. Según Weiss, la desaparición de la cultura de Tell Leilan 3 en Siria, se debió a un importante cambio de las condiciones medioambientales, que tuvo lugar en algún momento en torno al 2200 a.C. Del mismo modo, Butzer achaca el colapso del Imperio Antiguo de Egipto 4 a la progresiva y notable disminución de las crecidas anuales del Nilo a partir del 2181 a.C. (Renfrew & Bahn, 2008: 178). De acuerdo con lo manifestado por Middleton, gracias a las evidencias con las que contamos actualmente, es posible determinar que esos colapsos se debieron a rápidas y significativas alteraciones climáticas que provocaron en esas sociedades una serie de respuestas adaptativas para acomodarse a la nueva situación (2012: 270). Riechmann profundiza aún más al preguntarse si esas alteraciones climáticas y las modificaciones sociopolíticas surgidas a consecuencia de estas, podrían ser consideradas como una razón de peso para desencadenar el colapso de una civilización, lo cual a su juicio, no puede ser respondido mediante el empleo de modelos climáticos o económicos (2007:75).
ecocidios y toma de decisiones inadecuadas: según Broswimmer, el término “ecocidio” debe comprenderse como un conjunto de acciones intencionadas que buscan causar la degradación, total o parcial, de un ecosistema, mediante el uso de compuestos químicos, armas de destrucción masiva, provocando desastres naturales...etc (López, 2014:17). Esta definición es claramente diferente a la de Middleton, pero esencialmente, tanto una como otra se refieren a un mismo hecho, la degradación medioambiental causada por el ser humano. Basándose en una serie de evidencias arqueológicas que considera concluyentes, Middleton ha intentado demostrar la capacidad que tienen todas las sociedades para alterar significativamente sus entornos (2012: 270). La falta de adaptación a las nuevas condiciones provocadas por los cambios medioambientales, conducirá inevitablemente al colapso, hecho que Middleton llega a considerar en algunos supuestos hasta “beneficioso” al provocar un “reseteo” cultural y medioambiental que puede propiciar la aparición de nuevas sociedades
(2012: 271).
eventos catastróficos: las catástrofes naturales pueden desencadenar colapsos y el fin de una civilización, siendo una de las causas que pueden explicarlos, así como los cambios sociopolíticos producidos (Middleton, 2012: 271). Respecto a esta cuestión, Tainter solo considera fenómenos tales como terremotos, erupciones volcánicas o plagas epidémicas (Antequera, 2005), a los que se podrían sumar otros como maremotos, siendo un buen ejemplo de ello el desencadenado a consecuencia de la violenta erupción que acabó con buena parte de la isla de Thera, acontecimiento estudiado con detalle por investigadores como McGillivray, de Bruins y Van der Plicht. Las teorías basadas en la incidencia de catástrofes han encontrado ciertas reticencias entre la comunidad académica para ser consideradas como causa probable del colapso de sociedades complejas. Pese a ello, es posible encontrar varios ejemplos históricos de lo mencionado, como por ejemplo el fin de la cultura minoica en Creta, aunque hay otros que parecen invalidarlas, como la destrucción de las ciudades romanas de Pompeya y Herculano a consecuencia de la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era, que obviamente, no produjo el fin de Roma. Los efectos de una determinada catástrofe natural no inciden del mismo modo en unas sociedades que en otras, pero como indica Middleton al referirse a las tesis de McAnany y Yoffee, las consecuencias de estas son esencialmente las mismas en todas ellas:
3 Yacimiento arqueológico situado en la actual Siria. Los restos más antiguos de ocupación humana se remontan al V milenio a.C., y hacia el III milenio a.C. se desarrolló hasta dar lugar hacia el 2600 a.C. a una ciudad conocida como Shekhna, que acabaría siendo anexionada al Imperio acadio entre los años 2300-2200 a.C. Apenas un siglo después sería abandonada debido a una fuerte sequía que modificó sensiblemente las condiciones climáticas de la región. De acuerdo con las evidencias arqueológicas, la población fue abandonándola progresivamente hasta el año 2140 a.C. momento en el que no se atestigua ocupación humana alguna.
4 (2700-2200 a.C.) Durante la V y VI Dinastías se producirá el colapso de este primer Imperio egipcio debido, entre otras causas sociopolíticas, a una gran sequía ocurrida entre el 2200 y el 2150 a.C. que mermó notablemente el volumen de las inundaciones del Nilo. Además, desde unas décadas antes se venían sufriendo importantes hambrunas que causaron numerosos disturbios que debilitaron la autoridad de los faraones.
© Mario Martín Merino, 2017
algunas sociedades consiguieron adaptarse mientras que otras no lo lograron y acabaron por desaparecer (2012: 273).
III. El colapso de las sociedades complejas, ¿es inevitable?
A lo largo de la Historia han surgido diversas sociedades complejas que, de un modo u otro, acabaron por colapsar sin mediar causa medioambiental alguna u otros factores exógenos que pudieran haber provocado su fin, que en algunos casos, fue causado por ellas mismas. Un ejemplo de esto sería, en opinión de Diamond y basándose en las ideas de Flenley, el caso de la antigua civilización pascuense, que causó un ecocidio involuntario (2005: 26). No obstante, los conceptos de “resistencia” y de “adaptabilidad” formulados por McAnany y Yoffee, pueden ser una buena muestra de los esfuerzos de muchas sociedades complejas del pasado por evitar, dentro de sus posibilidades, su desaparición a consecuencia de un colapso.
Muchas de las conclusiones propuestas por Tainter han sido recogidas por R. Durán y L. Gonzalez en su obra
en dos volúmenes publicada en 2014 por Ecologistas en Acción titulada En la espiral de la energía. En una 5
entrevista realizada a González en abril de 2015 , este autor manifestó los que, a su parecer, son los postulados más significativos del pensamiento de Tainter, los cuales son:
en primer lugar, tanto la energía como los factores medioambientales son elementos esenciales para el desarrollo de una determinada sociedad, pero en último término, son estas las que toman las decisiones que las conducirán al éxito o al fracaso.
asimismo, desde su aparición en el planeta, el ser humano ha desarrollado su existencia siguiendo dos modelos de civilización claramente diferentes: uno caracterizado por una sociedad más igualitaria, pacífica y sin estructuras jerárquicas desarrolladas que tuvo una relación más respetuosa con su entorno; y otra cuyas señas de identidad son una mayor complejidad social, mucho más violenta y jerarquizada cuya interacción con el medioambiente dista de ser armónica. Este último modelo, de acuerdo con Tainter, acabó dando lugar a la sociedad capitalista actual.
En esa entrevista, González manifiesta su creencia en la inevitabilidad del declive y posterior colapso de la sociedad industrial, y que la nueva civilización que surja de esta última deberá estar sustentada en la agricultura, la utilización de energías renovables y una clara determinación de aquellos límites medioambientales que bajo ninguna circunstancia pueden ser traspasados. En opinión de Ibañez, el incremento de la complejidad sociopolítica de muchas civilizaciones del pasado llevó a estas a su propia destrucción, siendo esencial para el correcto desarrollo de una sociedad que sus estructuras sociopolíticas sean sostenibles (2014).
6
Si aceptamos la definición del término “colapso” formulada por Middleton, la cual fue elaborada por el mencionado autor en base a diversas aportaciones de otras disciplinas como la Historia, la Arqueología o la Biología, con el fin de despojarle de cualquier connotación negativa y concebirlo como el declive y fin de una sociedad compleja, en su lugar propone definirlo como un proceso de cambio producido, en ocasiones, por significativas alteraciones medioambientales a las que las sociedades deben adaptarse del mejor modo posible, y asumir los cambios que estas puedan producir. Asimismo, la sostenibilidad de una determinada sociedad compleja no depende solamente de sus integrantes (aunque la toma de unas determinadas decisiones por parte de sus élites gobernantes tiene cierta importancia al poder producir ciertos desequilibrios), ya que la incidencia de los factores naturales juega un importante papel en el devenir de las mismas.
5 http://www.utopiacontagiosa.org/2015/04/16/en-la-espiral-de-la-energia-entrevista-con-luis-gonzalez-ecologistas-en-accion-13/ (acceso junio 2017)
6 https://dedona.wordpress.com/2011/03/11/entrevista-con-joseph-tainter-autor-de-el-colapso-de-sociedades-complejas/
(acceso junio 2017)
En una entrevista realizada a Tainter en 2011
aquellas sociedades que, debido a una serie de determinadas circunstancias, se ve obligada a buscar soluciones para solventar los problemas que la aquejan, cimentándose su éxito o fracaso en la habilidad que tengan para afrontarlos. En opinión de Tainter, las sociedades del pasado que lograron perdurar lo hicieron gracias a que supieron enfrentarse con éxito a sus problemas económicos, logrando ser sostenibles (2011).
, este afirmó que la conciencia de sostenibilidad surge en
© Mario Martín Merino, 2017
Conclusión
Tal y como se ha podido apreciar a lo largo del presente trabajo, es necesario que se lleve a cabo una redefinición de lo que hasta el momento se ha entendido por el término “colapso”, así como un replanteamiento teórico despojado de cualquier tipo de determinismo de tipo geográfico.
En líneas generales, se puede afirmar que los efectos medioambientales que afectaron a las sociedades del pasado son, esencialmente, los mismos a los cuales nos enfrentamos en la actualidad, aunque es significativo que el ser humano haya comenzado a tomar conciencia de que sus acciones pueden llegar a causar profundas modificaciones de diverso tipo y alcance en su entorno natural, siendo muchas de ellas consecuencia de sus necesidades, las cuales dependen en gran medida del nivel de complejidad social alcanzado. Asimismo, cabe pensar que las sociedades humanas solo se han adaptado a su medioambiente cuando se han visto privadas de otras alternativas, lo cual les obliga a emprender ciertas modificaciones estructurales para dar respuesta a sus problemas.
De acuerdo con un modelo de predicción matemática encargado por la NASA al Centro de vuelo espacial
78
Goddard , que ha sido bautizado con el nombre de HANDY , se han podido determinar cinco factores cuya
incidencia es determinante para provocar el colapso de una civilización, los cuales son: el clima, la población, los recursos hídricos, la agricultura y la energía. Cuando esos cinco elementos confluyen simultáneamente, se produce el “colapso perfecto”, que desencadenará una sobreexplotación de los recursos disponibles a consecuencia de la degradación de las estructuras económicas y una mayor jerarquización social que se traducirá en un incremento de las desigualdades entre la población de esa sociedad.
Por lo tanto, y a modo de corolario, sería esencial tener el mayor conocimiento posible sobre como esas sociedades que nos precedieron, afrontaron una serie de problemas que parecen gozar de la misma vigencia que tuvieron antaño, además de promover una mayor concienciación sobre el efecto que las acciones antrópicas tienen sobre el medioambiente, ya que en cierto modo (o sin él), muchos de los factores que podrían conducir al colapso de nuestra sociedad actual, del mismo modo que ocurrió con otras en el pasado, es en buena parte consecuencia de nuestras propias acciones.
7 Laboratorio de investigación dependiente de la NASA fundado el 1 de mayo de 1959 como primer centro espacial de vuelo cuya sede se encuentra en Greenbelt (Maryland). Entre sus cometidos se encuentran el estudio del Universo y el desarrollo de satélites científicos. Recibe su nombre por Robert H. Goddard (1882-1945), uno de los primeros pioneros en la propulsión de cohetes.
8 Human and nature dynamics (HANDY). Se trata de un modelo experimental basado en la interacción de los seres humanos con su entorno medioambiental, cuya finalidad es la predicción a largo plazo de posibles colapsos sociopolíticos debidos a la sobreexplotación de los recursos disponibles.
© Mario Martín Merino, 2017
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DE INTERNET
ANTEQUERA, J. (2005) El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos http://www.ordenjuridico.gob.mx/Publicaciones/CDs2010/CDMetropolitano/pdf/DOC01.pdf (acceso mayo 2017)
BAHN, P.; RENFREW, C. (eds.2008). Arqueología. Conceptos clave. Madrid: Ediciones Akal.
BRUINS, H.J. et al. (2009) The Minoan Santorini eruption and Tsunami deposits in Palaikastro (Crete),
Radiocarbon 51.2, pp.397-411.
DEBER-JALKOTZI, S. (2010). "Decline, Destruction, Aftermath" en SHELMERDINE, C.W. (ed.) The
Cambridge Companion to the Aegean Bronze Age. Cambridge: Cambridge University Press, pp. 387-415.
DELGADO, S.; ROSAS, M. (2012). De colapsos y continuidades. Una valoración conceptual del estudio de
sociedades en transición, Sostenible 13, pp. 13-29.
DEMAREST, A. (2001) Climatic change and the Classic Maya collapse: the return of catastrophism, Latin
American Antiquity 12, pp. 105-107.
DIAMOND, J. (2006) Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Barcelona: Random
House Mondadori.
Diccionario de la Lengua Española: http://dle.rae.es/ (acceso junio 2017).
FERNÁNDEZ, R.; GONZÁLEZ, L. (2014) En la espiral de la energía (2.vols.), Madrid: Libros en Acción
vol.1: http://www.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf/en-la-espiral-de-la-energia_vol-1.pdf (acceso junio 2017)
vol.2: http://www.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf/en-la-espiral-de-la-energia_vol-2.pdf (acceso junio 2017)
IBAÑEZ, I. (2014) La decadencia de las civilizaciones y su complejidad,
http://www.madrimasd.org/blogs/universo/2014/11/01/145559 (acceso junio 2017).
KAUFMAN, H. (1988). "The collapse of ancient states and civilizations as an organizational problem" en YOFFEE, N.; COWGILL, G.L. (eds). Collapse of Ancient States and Civilizations. Tucson: University of
Arizona Press, pp. 219-235.
LÓPEZ, S. (2014) 100 (+1) reseñas, Rebelion. http://www.rebelion.org/docs/50842.pdf (acceso junio 2017).
McANANY, P.; YOFFEE, N. (2010). "1. Why We Question Collapse and Study Human Resilience, Ecological
Vulnerability, and the Aftermath of Empire" en McANANY, P.; YOFFEE, N. (eds.) Questioning Collapse. Human Resilience, Ecological Vulnerability, and the Aftermath of Empire. Cambridge: Cambridge University Press, pp. 1-17.
MIDDLETON, G.D. (2012) Nothing last Forever: Environmental Discourses on the Collapse of Past Societies, Journal of Archaeological Research 20 (3), pp. 257-307.
________________ (2013) That old devil called collapse, E-International Relations http://www.e-ir.info/2013/02/06/that-old-devil-called-collapse (acceso junio 2017)
MOTESHARREI, S.; RIVAS, J; KALNAY, E. (2014) Human and nature dynamics (HANDY): Modeling inequality and use of resources in the collapse or sustainability of societies, Ecological Economics, vol.101, pp. 90-102. http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0921800914000615# (acceso junio 2017)
NASA ́s Goddard Space Flight Center: https://www.nasa.gov/goddard (acceso junio 2017)
NUWER, R (18/04/2017) “How Western civilisation could collapse”; BBC.com:
http://www.bbc.com/future/story/20170418-how-western-civilisation-could-collapse (acceso junio 2017)
PONTING, C. (1991). A Green History Of The World: The Environment and the Collapse of Great
Civilizations. New York: Penguin Books.
RIECHMANN, J. (2007) Calentamiento climático: ¿cómo se calcula su impacto?, Papeles de cuestiones
internacionales no 98, pp. 63-80.
TAINTER, J. (1988). The Collapse of Complex Societies. Cambridge: Cambridge University Press.
TOYNBEE, A.J. (1995) Estudio de la Historia (edición completa); Barcelona: Altaya.
TSONIS, A. et al. (2010) Climate Change and the Demise of Minoan Civilization, Climate of the Past
Discussions 6 (4), pp. 525-530.
YOFFEE, N.; COWGILL, L. (1991). The Collapse of Ancient States and Civilizations. Tucson: The University
of Arizona Press.
ZARZALEJOS PRIETO, M. (2010) “La Creta minoica y el sistema palacial”, en ZARZALEJOS PRITO, M.;
GUIRAL PELEGRÍN, C.; SAN NICOLÁS PEDRAZ, Ma. P. Historia de la cultura material del Mundo Clásico, Madrid: UNED, pp. 45-7